El universo y el amor traman planes impensados los 356 días del año, esta prohibido ignorar sus señales.
Asher Davies es un profesor de física que lleva un año saliendo con su novia, Erin, y es hora de conocer a su familia. Sin embargo, lo que meno...
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03/03/2016
Asher deslizó los papeles de divorcio y la pluma sobre la barra de la cocina en dirección a Erin, el ambiente entre los dos por más estaba decir que era rígido y negativo, se mantuvieron por unos minutos en un silencio tenso. Ella se había negado a firmar los papeles cuando su abogado se los dio y exigió que él se los entregara en persona. El principio de todo este proceso había sido tanto agobiante como violento, lo peor fue el día que se marchó del apartamento que compartían. La irlandesa había destrozado todo en un ataque de ira desmedida.
En definitiva, un muy mal recuerdo.
Él no subió la mirada hasta que pasó el momento de inevitable tensión mortal, pero cuando lo hizo recibió un golpe en el pecho, Erin llevaba el pelirrojo cabello grasiento y enmarañado en una coleta, su rostro demacrado por la falta de sueño deslumbraba negras ojeras y maquillaje corrido por las lágrimas en sus nebulosos ojos verdes, llevaba un vaso de cristal medio lleno con vodka en una mano. No movió ni un solo músculo al verlo y resultaba evidente de que no lo saludaría. Al contrario, sus ojos lo miraban con tanto desprecio como si se tratara de una rata; esa miradita lo decía todo. Sin embargo, el momento de hablar cara a cara había llegado para terminar con esto de una buena vez.
—Llegas tarde —dijo ella finalmente con un tono incisivo prendido en llamas.
—Mucho tráfico —repuso él entornando los ojos.
—Te dije un millón de veces que te portaras como un hombre y consiguieras un auto, pareces un niño con esa estúpida bici.
—Vine en taxi —recalcó indignado.
—Toma asiento —dijo la pelirroja haciendo una mueca.
—Prefiero estar de pie, tengo que irme pronto.
Erin bebió un trago de vodka.
—¿A dónde vas, se puede saber?
—Por eso te envié los papeles hace una semana, hoy tengo que abordar un vuelo de regreso a Tucson.
—A Tucson ¿Eh? —cuestionó con bribonada.
—Sí.
Asher apoyó los codos en la barra haciendo caso omiso a la mirada de desaprobación de su futura ex esposa, que irritada empezó a golpear rítmicamente la superficie de mármol con la pluma mientras lo desafiaba con la barbilla alzada.
Entonces Erin se llenó de hostilidad, el pulso del profesor de física se aceleró preparándose para la guerra que le declaraba sin uso de palabras.
—¿Ahora vas a ir a acostarte felizmente con mi prima?
La sangre hirvió dentro de sus vasos al oírla mencionar a Ivelisse cuando no tenía nada que ver con el tema que los convenía.