Capítulo 2

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14/02/2010

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14/02/2010

Tocaron insistentemente la puerta, Ivelisse se arrastró en su pijama y sus pantuflas amarillas. Tropezó con un cojín deliberadamente tirado sobre la alfombra de su madre, se le llenaron los labios de maldiciones y la nariz se le tapó por los mocos de la linda congestión nasal que solo la gripe le daba, se esforzó lo mínimo indispensable en fingir que le interesaba como se veía porque estaba cien por ciento convencida de que hasta que le bajara la fiebre su aspecto no variaría de alguien que parecía un infectado por el virus zombie.

En otras palabras, se veía como el asco y se sentía así. Bastante deprimida en comparación a otros días.

Cerró la bata de dormir para que quién sea que estuviera al otro lado de la puerta no admirara en su esplendor su sexy pijama con pantalones cortos de bananas sonrientes. Abrió la puerta y asomó la cabeza fuera para encontrarse a Asher con los lentes nuevos que había comprado, vendajes en la nariz y un ramo de flores en la mano, se le rebobinó el cerebro en una milésima de segundo.

¿Qué demonios? Cierto, hoy era San Valentín. Oh, no, pensó. Vaya desastre tenía entre manos.

—Hola —saludó él con una sonrisa. Aunque desapareció en cuanto notó la férula en su muñeca—¿Qué te pasó?

—¿Hola? —respondió ella con serias dudas y sospechas rondándole la mente—. No te alarmes, en nuestro pequeño incidente me esguincé la muñeca y tengo que llevarla dos semanas.

—Sí, te entiendo. Yo me fracturé —dijo él apuntándose la nariz—. Busco a Erin.

Ella pegó la frente contra la puerta, fue un poco fuerte y le dolió, no obstante, lo que tenía que decirle al tipo era difícil. Entendía a su prima, pero no podía comportarse como cuando tenía quince años con el hombre con quien se suponía compartía una relación sería.

Maldita sea, Erin.

—Ella no te habla desde el jueves ¿Cierto?

—Sí —contestó Asher confundido.

Esto va a ser un "maravilloso", farfulló mentalmente.

Abrió la puerta y se apartó del camino.

—Entra. Te diré algo muy importante sobre ella que estoy segura de que no sabes.

Asher ingresó con una expresión indescifrable, probablemente por estar rompiéndose los sesos al intentar adivinar qué le esperaba. Ivelisse lo llevó por el corto pasillo del recibidor con paredes color verde azulado —como todas las de la casa a excepción de las habitaciones—, y lo observó de reojo cuando se paró a admirar las fotos familiares colgadas en las paredes. Pasaron de la escalera que daba al piso de arriba para entrar en la sala, a ella siempre le había disgustado la decoración que tenía ese sitio: los sofás negros con cojines floreados, la mesita del té hecha de pino oscuro como los armarios y estantes antiguos donde Nessa ponía las chucherías de todas sus vacaciones. Nada combinaba y todo era oscuro. Las flores de su madre eran los único luminoso que valía la pena apreciar.

Tú + Yo= YellowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora