Los curelingos liberaron a Fedalar y al resto de hombres elegidos a dedo por el propio Saulum.
Fedalar llevaba consigo unas claras indicaciones: al amanecer del tercer día se encontraría con él en la frontera para informarle de la situación actual y comprobar si era prudente que Saulum volviera.
Esos tres días se le hicieron interminables. Finalmente llegó la hora y con una pequeña guardia de curelingos se acercó al punto de encuentro. Era de madrugada y una neblina cubría el valle junto a la linde del frondoso bosque. Saulum aguardó paciente a que Fedalar llegase, pero no fue a él a quien se encontró de improviso surgir de la niebla. Un joven guerrero andaba cauteloso con su arco preparado con una flecha armada y no parecía haber notado su presencia todavía. Saulum se acercó desde un lado y poniendo la mano sobre el arco del guerrero se dirigió a él:
- Muchacho, relájate o alguien saldrá herido. - Este dio un brinco y se lo quedó mirando.
- Entonces Fedalar no mentía, ¡Estáis vivo mi señor!
- ¡Ah! Ya te reconozco, eres Gray y estabas en mi lanza, ¿verdad?
- Sí señor, pero ¡cuidado señor, curelingos, detrás suya!
- Tranquilo Gray, son amigos, no tienes que temer nada de ellos. Ahora dime, ¿está Fedalar contigo?
- ¿Fedalar? ¡Y todos los capitanes de Lanza y algunos segundos, señor, nadie ha querido perderse esto!
- No puedo creerlo. Y deja de llamarme señor, que soy sólo tu igual – el joven asintió no demasiado convencido – Bueno, ¿y a qué estás esperando? ¡Llévame ante ellos raudo! Pero aguarda antes un instante – dirigiéndose a la guarda de curelingos – Abriur, di a los monarca que vuelvo con los míos pero que volveré a verlos. Enviad a este mismo lugar a un mensajero cada tres días. Alguien estará aquí de guardia esperando para mandarle noticias mías. Ahora partid, nos veremos pronto.
Saulum tomó del brazo a Gray y juntos se perdieron en la espesura del bosque.
No anduvieron más de veinte metros cuando toparon con el comité de bienvenida. Todos los capitanes de los Sin Madre estaban allí tal y cómo le había dicho Gray; al verlo llegar jalearon su nombre y se acercaron a él para abrazarlo y para subirlo en volandas. Saulum paró aquello rápidamente puesto que le incomodaba pero agradeció aquella muestra de afecto y no dejó de dar un abrazo a todos ellos también contento de volver a verlos y de volver a estar entre humanos.
Luego pidió que le pusieran al día y todas sus caras mudaron; estaban rabiosos, inquietos y asustados. La compañía se encontraba al borde de la disolución. Muchos habían caído en los campos de batalla por la pésima guía de los mariscales y Altero se encontraba en prisión entre otros fieles. Todo era caos en las ciudades y en el campo los granjeros se levantaban contra Malquevich. Sólo los hombres de elite conseguían a duras penas mantener la situación pero estaban al límite.
Saulum escuchó atento todas las noticias y una sombra de preocupación nubló su cara; estaban las cosas peor incluso que cuando Fedalar se las contara.
- ¿Cómo están los Sin Madre?, ¿permanecen unidos, podremos contar con ellos?
- ¡Desde luego! Somos todavía una piña, ¡cuenta con ellos!
- ¿A quién más tenemos?
- Existen facciones del ejército imperial que nos seguirían. Hay mariscales descontentos que cambiarían de bando por menos que promesas. ¿Qué haremos Saulum?
- Escuchadme bien. No hay tiempo para explicaciones pero podéis confiar que lo que os digo es cierto. No tendremos que preocuparnos al menos durante un tiempo por la frontera, los curelingos no atacarán.
- ¿Y cómo es eso, Saulum?
- Os digo que no hay tiempo para explicaciones. Los Sin Madre bajaremos al valle, a la marca y lucharemos hasta restablecer el orden. Malquevich tiene que caer. - Todos gritaron de alegría y se sintieron fortalecidos con nuevos ánimos.
Juntos iniciaron el regreso a Puerta de Entrada.
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Saulum, el Sin Madre
FantasySaulum, El Sin Madre Una pugna entre naciones por una franja de tierra fronteriza boscosa de las montañas Thorbald. Una masacre sangrienta y diez mil colonos son aniquilados sin el menor resquicio de piedad. ¿Sin piedad? No del todo. Para sorpresa d...