Otra noche de un sábado de invierno, hablaban mientras degustaban un vino que Saulum había hurtado del despacho de oficiales. Celebraban el ascenso de Saulum. Tras un año de exitosa campaña contra los curelingos, Saulum era nombrado capitán de Compañía.
Había preferido escapar pronto de la fiesta ofrecida en su honor por el resto de colegas para pasar un rato con su amigo el monarca.
Habían estado leyendo juntos un extracto que Adaverk había encontrado especialmente delicioso de un libro de filosofía y juntos debatían el contenido. En un intermedio, Saulum prefirió cambiar de tema y tras un sorbo del rico líquido bermejo preguntó:
- ¿Por qué combate más ferozmente tu raza en el Desfiladero de las Tres Cruces? Tras años de combatiros he notado que centráis demasiado vuestros esfuerzos en esa área, y se da la casualidad que es el área que yo defiendo y que tiene su acceso al paso que guarda Puerta de Acceso. Sois siempre tan predecibles que francamente, me lo ponéis muy fácil. Sois como olas chocando una y otra vez contra las rocas.
-¿Realmente dices que no lo sabes?
- Ni la menor idea. Lo he comentado con el resto de capitanes y están de acuerdo conmigo. La frontera es basta pero más de la mitad de las veces las mayores trifulcas se montan precisamente ahí. ¿Qué demonios ocurre allí que os tiene tan ofuscados con meter el hocico?
- No puedo creer que me lo estés preguntando, ¿Será que otro mito sobre los humanos caerá esta noche?
- No me dejes con la intriga hombre, ¡habla ya! ¿Por qué lo hacéis?
- Por el Dröm, claro. - Saulum mantuvo el silencio expectante. Daba a entender que no sabía de qué estaba hablando. - El Dröm. El Dröm es, era, un centro de peregrinación de todos los creyentes. Iban por miles todos los años a adorar a nuestra deidad, a nuestro dios. Y para ello habían de hacer parada en Careicarcatuun, que en curelingio significa…
- ¡Puerta de Entrada! ¿Me estás diciendo que vuestro dios está en nuestras tierras? - No podía creérselo -.
- Los humanos crecíais en número a una velocidad que no cabíamos en nuestro asombro. Hubo una época en la que estuvisteis en plena expansión. El Dröm nunca era vigilado, ¡no había necesidad de hacerlo! y antes de que las voces de alarma fueran escuchadas tu pueblo había construido ciudades y granjas, arabais la tierra donde antes crecían árboles, construíais puentes y dirigíais el curso del río allí donde deseabais, cazabais por estas montañas y estas cacerías incluían más de una vez el asesinato de creyentes peregrinos, curelingos de paz totalmente desarmados, seres que no deseaban la muerte de ningún ser. Mi padre, por aquel entonces andaba más preocupado con otro pueblo, entonces más belicoso que el vuestro. Tomó decisiones que llegaron demasiado tarde, los humanos se hicieron fuertes y desde hace cien años ningún curelingo de fe ha vuelto a pisar Dröm. Es por ello que desde entonces tratamos de abrir una vía que nos permita asegurar esa zona para que muchos curelingos, cientos de miles de ellos, puedan reiniciar su peregrinación, continuar con su vida religiosa.
- No lo sabíamos. Al menos no se nos dijo nada.
- Me hablaste de cómo tus padres fueron asesinados y de cómo a raíz de aquello os enviaron a ti a tus compañeros huérfanos a las fortalezas. Aquella incursión curelinga, esa precisamente, fue el más ambicioso de los proyectos de reconquista que hasta entonces se había proyectado. En muchos sentidos fue un éxito. Reculasteis muchos kilómetros pero en la montaña os defendisteis bravamente y se detuvo el avance. Tan cerca estuvieron de conseguirlo – suspiró -. Hasta ahora.
- Tanto nuestro canciller como mis superiores son todos unos burros. Malquevich podría tener una perla en el culo y no verla hasta que esta se perdiera después de defecar. Dudo de que tengan noticia de que existe ese templo del que hablas en estas montañas. Si lo supieran, imagino que lo utilizarían de algún modo a su favor, ¿no? Yo lo haría.
- Ahora lo sabes - Los dos se miraron en silencio-.
- Sí, es cierto.
- Creo que hablé demasiado. La necesidad de hablar empujado por la soledad y este vino tan delicioso han soltado mi lengua. Espero que mi pueblo me perdone.
- He dicho que lo haría, no que lo vaya a hacer.
- Yo en tu lugar también lo haría. Podría significar el final de la guerra. De saber que su templo se vería amenazado, los curelingos dejarían las armas.
- Ahora sí que estás hablando demasiado.
- Sí, maldito vino. Creo que pararé de beber.
- Si confiara en mis superiores y estuviese totalmente convencido de que tal idea pudiera llevarse a cabo sin que al final lo estropeasen todo, quizás me lo plantease. Pero son unos verdaderos asnos. Estoy triunfando en un mundo donde me limito a destrozar a mi enemigo y me alaban por ello. No me piden que piense. Se limitarían a saquear tu hermoso templo, se llevarían las estatuas, los adornos para sus mujeres, para sus casas... Ni pensarlo.
- Eres un ser peculiar, Saulum.
- Esta peculiaridad me ayuda a sobrevivir en un mundo vulgar y sin sentido. Me mantiene cuerdo.
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Saulum, el Sin Madre
FantasySaulum, El Sin Madre Una pugna entre naciones por una franja de tierra fronteriza boscosa de las montañas Thorbald. Una masacre sangrienta y diez mil colonos son aniquilados sin el menor resquicio de piedad. ¿Sin piedad? No del todo. Para sorpresa d...