Capítulo 7

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-Ah, que flores mas lindas. – dijo Negire con una sonrisa al mirar las flores que uno de sus admiradores le había traído. Tamaki al escuchar la palabra "lindo" volvió a sonrojarse. Ya habían pasado tres días y ____ no había vuelto a ir a la escuela.

Para Tamaki la sensación era extraña. Por un lado, era mejor que no viniera, pues estaría demasiado nervioso como para hablar naturalmente con ella; pero, por otro lado, no podía negar el absoluto que la extrañaba. Ella se había vuelto parte de su día a día, y no la había visto durante tres días ya ¿estaría enojada con él? No había motivo, él no había echo nada ¿estaría avergonzada como él? Imposible, ella siempre tenía un gran carácter ¿por qué estaría avergonzada?

"eso solo te hace mucho más lindo"

Lindo, lindo, lindo. No podía quitarse esas palabras de la cabeza ¿lindo? No era para nada lindo, era una persona sumamente sombría ¿por qué ella le diría que es lindo? Ella era mucho más linda que él definitivamente. Era una chica preciosa, tenía unos ojos grandes y cafés, su cabello castaño era largo y liso, muy suave, siempre llevaba un perfume con un olor genial. Se vestía bien, y su rostro era realmente agradable de ver. Tamaki soltó un suspiro y miró por la ventana.

Ella era preciosa.

Ay, no ¿realmente había dicho eso en su cabeza? Su cara comenzó a tornarse roja por completo. Recordó en ese momento sus ojos, su cabello, su nariz ¿sus labios? Se había fijado en sus labios ¿Cómo es que los podía recordar tan bien? Dios, Tamaki, qué cosas habías estado viendo.

-Tamaki, estas completamente rojo. – Dijo Mirio sorprendiéndose y acercándose al chico, este ni siquiera lo estaba escuchando, su conversación consigo mismo estaba en una fase crucial en ese momento. – Oye, no he visto a ____.

-¿Ella está aquí? – dijo el chico al escuchar el nombre de la chica, su cara se sonrojó a ver la cara de sorpresa que tenía Mirio, pero por esas casualidades, al mirar por la ventana del aula, ella estaba llegando a la escuela, con su bolso del almuerzo. – Ay, dios, no sé si aún estoy listo para verla.

-Por qué, qué pasa.

-Ella me dijo que... que yo era muy lindo. – dijo el chico completamente sonrojado, Mirio abrió los ojos con sorpresa. – Y no lo sé, es que... no lo sé. No sé cómo responderle.

-A qué te refieres.

-Es qué, ella es preciosa. – dijo el chico complicado y sonrojado. – Pero ¿debería decírselo? Es mas ¿seré capaz de hacerlo? Por qué tenía que decirlo con tanta sinceridad, yo no puedo hacer algo así.

-Bien, escucha. Le diré que no estás. – dijo él mirando a su amigo tratando de tranquilizarlo. – Así puedes pensarlo bien por hoy y hablar con ella mañana.

-Pero yo...

-Iré. – dijo Mirio mientras salía corriendo por la puerta del aula, Tamaki se pegó a la ventana, estaba muy avergonzado. Mirio llegó rápidamente hasta donde la chica, esta lo intentó evitar en el momento en que lo vió, pero él la acorraló a un árbol, sorprendiéndola a ella y a Tamaki que la miraba por la ventana. – Hola, qué tal.

-Ya te dije trescientas veces que no estoy interesada en ti. – dijo ella empujándolo y mirándolo mal. – No me gustan los rubios.

-Es que... - dijo el rubio intentando buscar una excusa. – Tamaki no está hoy en la escuela.

-Y por... ACHUUU. – la chica soltó un gran estornudo antes de terminar de hablar con el rubio, ella limpió su boca y volvió a mirar a mirio. – Por qué.

-¿Estás enferma? – dijo él mirando a la chica, su nariz estaba roja y sus párpados también, su cara se veía pálida. Mirio tomó la frente de la chica, definitivamente su temperatura no era normal. – Oye, no deberías estar aquí.

-Déjame, no he podido salir en tres días. – dijo ella mirándolo mal y sacando su mano de su frente. – Solo quería disculparme con Tamaki kun por no haber traído su comida estos días.

-Oh, si quieres se la llevo, pero vete a casa. – dijo él mirándolo unos segundos, pero ella no le dejó tomar la comida de Tamaki. – Oye, vamos.

-Entonces Tamaki está aquí. – Mirio no dijo nada e intentó quitársela, pero ella no se lo permitió. –Estás celoso de Tamaki, eso es lo que sucede. Por eso no quieres que le entregue su comida.

-No, no es eso... - dijo él mirándola y pasando una mano por su cabello. – Oye, escuchas, no me gustas de esa forma ¿si? Eres guapa y muy interesante, pero...

-Lo sabía. – dijo ella mirándolo mal. – Guapa e interesante, lo siento, mi corazón es de Tamaki kun.

-No lo decía por... - dijo él pero ella se largó a correr camino adentro de la escuela, ella corrió rápidamente hasta donde estaba el aula de Tamaki. Mirio la persiguió. Tamaki al ver la escena desde la ventana salió del aula, pero cuando iba a comenzar a correr hacia ella, ella apareció en el pasillo corriendo hacia él. Una sonrisa se formó en su rostro cuando lo vio y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Para Tamaki el tiempo de detuvo en ese momento, ella corriendo hacia él con esa expresión de felicidad... dios mío, eso era exactamente lo que a él le gustaría ver todos los días. Nadie había tenido esa expresión al verlo, nunca. La chica corrió hacia él y saltó a abrazarlo, él abrió sus brazos para recibirla y ella se quedó así. Sus pies no tocaban el piso, Tamaki la tenía elevada en el aire mientras la abrazaba unos segundos.

Mirio llegó hasta el lugar, pero se detuvo al ver la escena, gracias a dios, no había mucha gente en el pasillo.

-Lo siento tanto... - dijo ella largándose a llorar sin soltar al peliazul. – No pude traerte tu comida estos días, no me querían dejar salir de casa porque estaba enferma, pero... ACHUUUU... prometo que no... ¡ACHUUU!

-Okey, está bien, está bien. – dijo él sin soltarla, estaba un poco sonrojado, pero aún así preocupado por ella. – Escucha... Está bien, no importa si no puedes venir, no te esto pidiendo que lo hagas, me encanta tu comida, pero no pasa nada si no puedes traerla, está bien.

-Lo siento...

-Está bien, pero ahora estás muy enferma, debes volver a casa. – dijo él, pero ella no lo soltaba, Tamaki soltó un suspiro y comenzó a sonrojarse. – Cuando estés enferma, déjame ir a dejar comida deliciosa ¿está bien? Hoy invito yo.

-¿Enserio? – dijo ella sin soltarlo, Tamaki aún la tenía abrazada. No pesaba demasiado, así que no había problema. La tenía en sus brazos como si fuera un bebé, pero ella escondía su cabeza en su hombro. Ella lo miró un segundo con los ojos llorosos, haciendo que Tamki muriera de la ternura. – Lamento no haber venido, te extrañé mucho.

-Oh, está bien. – dijo él acariciando su cabello, ella volvió a esconder su cara, por suerte para Tamaki, ya que no podría mirarle a los ojos después de decir lo que estaba a punto de decir. – Yo también te extrañé mucho.

Lo lindo de la Timidez [Tamaki Amajiki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora