-¿Crees que le gustará? – dijo ella mirando una sudadera de color azul marino un poco más claro del que solía usar Tamaki, Mirio también la analizaba. – Es un color distinto.
-Si, un poco arriesgado. – dijo él mirando la sudadera. – No deberíamos comprarle ropa.
-Ah, pero qué le compro. – dijo ella frustrada mirando al rubio y se adelantó en salir de la tienda. Mirio la miró con una sonrisa, realmente era una chica muy parecida a su hermana.
-Mirio, no sé qué darle a mamá. – dijo la chica entrando a la desesperación, estaba tirada en su cama, ya había hecho tres dibujos diferentes para el día de la madre, pero ninguno le había convencido lo suficiente, el rubio la miró unos segundos un poco confundido. – Ninguno es lo suficientemente bueno.
-Pero regálale otra cosa.
-Pero siempre le doy dibujos. – dijo ella mirando a su hermano. – Qué más podría darle.
-Algo que le guste, dime ¿qué cosas le gustan a mamá? – dijo Mirio mirando a su hermana algunos segundos. – Dime cinco cosas que le gusten.
-Le gustan mis dibujos, le gusta papá, le gusta ir a la playa, le gusta la primavera porque hay muchas... - dijo la chica sorprendiéndose a si misma y haciendo reír a su hermano, ella le dio un gran abrazo y le tomó su mano. – Vamos a buscar flores para mamá.
Mirio miró sus pies, un poco triste, realmente extrañaba esos días con ella ¿realmente ____ sería ella? Moría por saberlo.
-Mamá, te juro que la dejé sólo un segundo, pensé que se iría a casa como siempre. – dijo llorando el rubio en los brazos de su madre, la mujer lo consoló, pero nada fue suficiente para calmar a Mirio. Buscaron a la chica por días y noches completas, pero ningún rastro de ella en ninguna parte, solo habían logrado encontrar el trozo de madera con el que había golpeado a los niños, en un risco cerca de la playa, pero no encontraron a la chica.
Mirio lloraba todas las noches pidiéndole a dios que su hermana regresara, pero ella nunca volvió, su habitación estaba ordenada, tal y como ella la había dejado antes de ir a la escuela ese día. Hasta el día en que se cambiaron de casa, siempre había estado visitando esa habitación, cada noche, para asegurarse de que no había sido solo una horrible pesadilla.
-Piensa en las cosas que le gustan a Tamaki. – dijo el chico llegando junto a ___, ella lo miró unos segundos. – Dime cinco cosas que le gusten.
-Am... el pulpo, las almejas, el color azul, no reconocerse... Ah, y yo al parecer... - dijo ella y luego se sorprendió a si misma, haciendo reír a mirio con su expresión, recordando su pasada experiencia parecida con su hermana. – Ya sé, voy a comprarle un cuadro de fotos y le daré la foto que nos sacamos en la pileta.
-Es una buena idea. – dijo Mirio y la siguió hasta la librería a la cual quería ir, pero había demasiada gente en el centro comercial ese día, y para salir, estaba toda la gente amontonada en la entrada, ella no quería que su regalo se aplastara, así que se apegó a mirio, sorprendiéndolo totalmente. – Qué haces.
-No quiero que el regalo se arrugue. – dijo ella mirando a su alrededor. – A demás, no quiero perderme entre tanta gente.
-Oh, está bien. – dijo el chico un poco extrañado ¿por qué esa escena se le hacía tan familiar? Ambos siguieron caminando logrando salir del centro comercial sanos y salvos, Mirio fue a dejar a la casa de Tamaki a ___, ya que ellos saldrían a pasear después de buscar el regalo para él. El rubio seguía dándole vueltas a esa escena en su cabeza.
No quiero perderme, no quiero perderme...
-No quiero ir allí. – dijo ____ en su primer día de escuela, negándose a ir al comedor solo porque había muchísima gente, mirio intentaba convencerla. – No quiero, no quiero perderme entre toda esa gente.
-No vas a perderte, ___. – dijo Mirio mirándola un segundo. – Este lugar no es tan grande como para que te pierdas. – La chica miró desconfiadamente a su hermano y él le sonrió. – A demás, sabes que si eso pasa te encontraría, siempre.
-No siempre. – dijo ella sorprendiéndolo. – Qué pasa si hay demasiaaaada gente más alta que yo.
-Podré reconocerte con tu cabello.
-Y qué pasa si hay un montooon de chicas idénticas a mí. – dijo ella regañándolo. – Y con el mismo cabello y todo.
-Bueno...
-No podrías reconocerme.
-Entonces sólo tendría que buscar tus manos. – dijo él mirándola con una sonrisa y tomando la mano de la pequeña Anni. Él le mostró la palma de su mano y señaló su lunar. – Te encontraría por ese lunar.
-____, dame tu mano. – la chica lo miró extrañada y decidió ignorarlo mientras caminaba, él insistió. – Sólo será un momento.
-Mirio, basta. – dijo ella mirándolo mal. – Ya dije que no me interesas.
-No es eso... sólo dámela. – dijo él tratando de tomar su mano, pero ella la esquivó, el volvió a intentar, pero ella fue más rápida. – Agh, vamos...
-Ya déjame. – dijo ella comenzando a correr, mirio corrió detrás de ella, no quería quedar completamente desnudo en la calle. ____ era rápida, estaba por llegar a la casa de Tamaki. _____ estaba ya un poco agitada, corrió durante cinco cuadras escapando de mirio. Al llegar a la casa de destino tocó el timbre como una loca, pero no le abrieron a tiempo.
-Sólo quiero ver algo. – dijo Mirio tomando la mano de la chica y buscando su palma derecha, pero allí no había nada. Tomó su otra mano, pero tampoco encontró nada. Él soltó sus manos un poco decepcionado, soltó un suspiro y pasó una mano por su cabello. – Lo siento, pensé que te habías manchado con algo.
-No, no tengo nada. – dijo ella mirándolo unos segundos. Mirio se fue tras despedirse, iba camino a su casa, mientras pateaba piedras por la calle, eso realmente había sido terrible ¿realmente pensaba que iba a encontrar a su hermana? ¿Realmente pensaba que su hermana después de tanto tiempo podría estar viva? Era imposible, definitivamente imposible.
Mirio limpió las lágrimas de sus ojos mientras continuaba caminando y mirando al piso, pateando cada roca que se le cruzaba.
Pero eran tan parecidas, él se sentó en una banca en el parque y miró el cielo, mientras las lágrimas caían incontrolablemente de sus ojos, el las limpió nuevamente y apoyó su rostro entre sus manos mientras lloraba.
-Realmente nunca la voy a encontrar... - dijo el chico desconsolado. – Ella ya nunca volverá...
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Lo lindo de la Timidez [Tamaki Amajiki]
Hayran Kurgu¿Quién no se enamoraría de Tamaki? Era una persona maravillosa, valiente, genial, un gran héroe y muy tierno, _____ solo fue una de las chicas que se convirtió en una admiradora, pero pronto los sentimientos de ambos comienzan a cambiar tras pasar t...