⚡40. Tranquilidad⚡

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El trayecto a los dormitorios se sentia de alguna manera el ambiente más ligero y cálido. Habíamos cerrado de manera definitiva nuestro capítulo en nuestras vidas logrando preservar nuestra amistad, al final y después de nuestra charla Kaminari me dio ese pequeño empujón para lanzarme del edificio, y si de nuevo me rompían el corazón, el estaría ahí para ayudarme a unir los pequeños fragmentos, y yo estaría para el, agradecida de ser un viejo amigo con el cual te sentarías a charlar por horas con una simple taza de té, esa era nuestra promesa.

Kaminari tenía esa sonrisa coqueta que tanto le caracterizaba mientras hacía gestos exagerados con las manos para remarcar las frases más graciosas de su historia o cuando aseguraba que alguna vez el valeroso y honorable Kirishima había entrado a los vestidores de chicas para desmentir las leyendas urbanas del paraíso que supuestamente había detrás de aquella puerta. Claro, que eso podría creerlo del mismo Kaminari o Sero, pero del caballeroso Kirishima jamás.

Cuando cruzamos el umbral del edificio dejé atrás al rubio para irme a mi habitación. Pasando por la sala común pude ver a Mina y Tsuyu que estaban jugando monopolio con Shinso y unos concentrados Kirishima y Bakugo, aunque uno de estos tenía una sonrisa socarrona en su rostro y frente a él, montones de dinero.

—¡PAGAME AHORA MALDITO PELO DE MIERDA! ¡ESTAS EN MI PUTA PROPIEDAD!— gritó Bakugo con la vena de su cuello a punto de estallar.

—Que imagen tan encantadora— susurré pasando de largo para adentrarme a los pasillos que dirigían a los dormitorios.

Incluso después de que el elevador se cerrara los intensos y roncos gritos del rubio ceniza aún se podían escuchar ligeramente, y el como se regozijaba por dejar a sus amigos en bancarrota porque según él, eran estupidos y no sabian invertir su dinero. Tomé nota mental para no jugar monopolio con el, Bakugo tenían su sentido de competencia demasiado arraigado que todo se lo tomaba muy enserio.

Con un suspiro me dejé caer en mi cama cayendo en el profundo silencio de mi habitación, necesitaba pensar bien las cosas y todas las posibilidades que pudieran pasar en un futuro próximo, necesitaba aclarar todo lo que tenía mi mente y así poder, de alguna manera sentirme más ligera. Tome mi teléfono con desgana para buscar algún invernadero que tuviera algunos tulipanes, ya que eran algo complicados de conseguir.

La puerta de mi habitación se abrió de par en par causando un ruido sordo.

—No te importaría que me quedara aquí un momento, ¿verdad?— pregunto Mina cerrando la puerta detrás de ella.

Alce la vista de mi celular con una sonrisa al intuir que se estaba escondiendo de Bakugo. Me encogi de hombros antes de volver a mis asuntos.

—¡SE QUE ESTAS AHI, MAPACHE! ¡SAL Y PAGAME LO QUE ME DEBES!

—¡SOLO ES UN JUEGO!— grito Mina desde el otro extremo de la habitación.

—¡Y un demonio! ¡Quiero mi dinero o juro que te mato!— ladró el rubio con coraje.

Con pesar, me levanté de mi cama arrastrando los pies, me dirigí hacia la puerta para hacerle frente ya que podría pasarse las horas gritando como un desquiciado, o peor, podría tirar mi puerta de una patada, solo por un estupido juego. Y como era de esperarse, un Bakugo con una vena saliente de su frente estaba a punto de derribar mi puerta sin importarle los gastos que generara, todo por la culpa de Mina y de su manía de despilfarrar el dinero.

—Te diría que no está aquí, pero ya la haz escuchado— dije encogiendome de hombros.

—Nadie es mejor que yo, liebling. Recuérdalo— dijo mirándome hacia abajo con un mueca.

—Dile eso a tu madre— comente con burla antes de emprender el camino hacia la sala común.

Si tan siquiera hubiera sabido lo que me esperaba, no hubiera abierto mi boca burlarme de él.

El Miedo De Escogerte (Denki Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora