Capítulo 3: La primera tragedia.

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Salgo corriendo inmediatamente hacia fuera y veo un auto estrellado contra un poste de luz ubicado en todo el frente de la casa. Nathy sale tras de mí pero no se preocupa tanto como para ser Hendrick (su padre) quien se haya estrellado, pues el auto lo conoce muy bien y el de su padre no es, aun así, nos acercamos más para ver qué sucedió.

– ¡Ayuda! – Grita alguien. Aunque el auto no parece haberse hecho mucho daño, pero cuando estábamos más cerca, no era así. Parece que el conductor se ha lastimado un poco, tampoco fue así. La fuerte lluvia no permitía una buena vista para nosotros y aparte, ya estaba cayendo la noche, en cuanto logramos abrir una de las puertas del auto, para nuestra sorpresa, era Hendrick.

– ¡Papá! Qu- ¡¿qué haces aquí?! ¡¿Qué sucede?! – Grita Nathy.

Entre Nathy y yo auxiliamos a su padre y al abrir la puerta del auto se nota a leguas el olor a alcohol, a mucha tierra mojada y como por si fuera poco, a gasolina.

– ¿Nathaly…? – Dice el Sr. Hendrick con el poco aliento que le queda.

Empiezan a llegar los vecinos, una ambulancia y uno de los cuerpos policiales para ver qué sucedió, todo se torna muy películas de ficción pero una voz en mi cabeza me decía – “Ya lo veía venir”

Entre tanto pudimos sacar al Sr. Hendrick, pero inmediatamente intervino un cuerpo policial con una camilla y unos cuantos paramédicos, el papá de Nathy se veía inconsciente, la escena completamente llena de sangre y desastre, pero todo sucedió muy rápido.

No me quedó más tarea que sostener a Nathy entre gritos y pataleos con abrazos fuertes, tratando de dejarla completamente inmóvil, aunque casi se hacía imposible. Es evidente que el alma se le destrozó en miles de pedazos al ver a su padre en ese estado y más después de tanto tiempo que estuvo sin saber tanto de él como de la señora Merlín, que por cierto, entre tanto alboroto, ni rastros de ella.

Ya todo esto me parecía muy raro, no entendía ni la más mínima idea, todo era totalmente confuso pero en ese momento lo único que me importaba era estar con Nathy, nunca la había visto tan mal.

Luego de todo, estamos en la sala de espera en la clínica central de Florida, esperando que nos den una respuesta del estado del padre de Nathy, pero en ese momento los minutos parecían tardarse horas eternas, cada segundo transcurría con una lentitud, como si el tiempo estuviera consciente de que estamos sufriendo una ansiedad y el mismo quisiera que sufriéramos más. Hasta que de la nada sale un paramédico llamando

– ¿Familiares del Sr. Lang…? – Con una libreta en su mano.

– ¡Aquí! – Nos acercamos.

– ¿Ustedes son…? – Dice el paramédico

– Yo soy la hija del Sr. Lang ¿cómo está él? – Dice Nathy, muy desesperada.

– Señorita, su padre está en cuidados intensivos, tenía una herida de bala cerca de la costilla pero lo pudimos tratar a tiempo, ha perdido mucha sangre, pero todo está en que pase el tiempo y se recupere. Debería tomarse un descanso, comer algo, su padre está en buenas manos. Hasta luego. – Dice colocando la mano en el hombro de Nathy y retirándose al momento

Es un momento tenso, literalmente, siento que no soy el único que lo piensa así que:

– Nathy, tranquila, todo estará bien. – Digo abrazándola.
Ella no consigue más que llorar en mi regazo. – Tranquila ¿sí? Aquí estoy yo para apoyarte, todo estará bien… – Le doy un beso en la cabeza.

La miro, le seco las lágrimas y ahí están de nuevo esos ojos encantadores. Es increíble que entre tan momentos trágicos esos ojos no pierdan su magia. Le seco las lágrimas, le sonrío y, al parecer, todo se ha calmado.

– Gracias.

No respondo, solo le tomo la mano y salgo con ella de la clínica, cuando nos damos cuenta, estamos en la casa de la Sra. Merlín pero ¿y la Sra. Merlín? Esto está muy raro, no quería preguntarle nada a Nathy, pero la misma voz en mi cabeza me decía que ella estaba igual que yo, no sabía ni la más mínima idea de lo que estaba sucediendo, así que lo único que hago es guardar silencio al respecto.

Nathy va echarse un baño y me dice que si quiero vaya a la cocina y prepare algo, tanto ella como yo estamos hambrientos, a pesar de tanto, sí, queremos comer. Preparé unos emparedados y comimos, cuando escuchamos que abren la puerta. Era la Sra. Merlín.

"El final como el comienzo de una historia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora