Capítulo 12: Primera vez.

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Suena el primer canto de cualquier gallo cercano que se encuentre y me parece raro porque esta zona no parece un lugar donde puedan tener gallos. Ya está el sol en la puesta del horizonte empezando su día y nunca me había dado cuenta de lo hermoso que es hasta que conocí a Nathy. Un momento… ¿Y Nathy?

– ¿Nathy…? – Llamo esperando una respuesta, reincorporándome.

¿Por qué no está aquí en la cama?

– ¿…Nathy? – Vuelvo a repetir, esperando una respuesta no concebida.

¿Dónde se habrá metido?

– ¿Ya te estabas desesperando porque no me encontrabas? – Se ríe. – Tranquilo, no es para tanto. – Tiene un plato en la mano con unas tostadas y un vaso con jugo en la otra. – No te dejaría aquí solo en mi casa a no ser que sea una emergencia muy grande donde seas un asesino en serie y todos te estén buscando. – Dice con sarcasmo entregándome el desayuno y sentándose en la cama frente a mí.

– ¿Tú lo preparaste? – Pregunto ignorando lo que acaba de decir.

– No, definitivamente eso lo preparó mi abuela… – Dice muy seria evadiendo la mirada y recogiéndose el cabello. – Yo lo que preparo es un cereal y la cocina se incendia. – Dice mirándome.

– Amaneces muy alegre y chistosa luego de una buena noche ¿no? – Digo sonriendo y dando mi primer bocado.

Se sonroja y sonríe.

– No me equivocaba. – Sorbo el jugo.

– ¿Qué te parece el desayuno? Creo que se dice “gracias”. – Dice con pena.

– ¿No deberías estar en la fraternidad? – Pregunto.

– Michael es un desgraciado. – Voltea los ojos.

– Ya entiendo todo el rollo. – Se levanta y empieza a revisar algunas gavetas. – Ahora soy tu escape de la realidad. – Digo sin mirarla.

– Eres todo lo que necesito en mi vida. – Dice de espalda alzando una franela y observándola para ponérsela.

Me levanto de la cama sin que ella se dé cuenta, coloco el plato en la cama, el vaso en el piso y la abrazo por detrás.

– Gracias por el desayuno, estaba muy delicioso. – Rozo mis dedos por su abdomen bajando a su vientre. – Tú también eres todo lo que necesito en mi vida. – Por su respiración noto que todo le gustó y sentir su piel erizada me confirma todo, empiezo a introducir mis dedos por su panty pero me detiene.

– Ya debo irme… – Voltea dándome un corto pero hermoso beso.

Me quedo mirando sus ojos hermosos que reflejan el sol entrometido de la ventana, y, otra vez me queda claro que son los ojos más hermosos del mundo y su mirada es la única que me hará volar en el universo existente en algún pensamiento amoroso que ella me inspira.

Se suelta de mí y se mete al baño. No me queda más opción que vestirme.

Ella pareciera que pierde el control de su cuerpo al hacer contacto con el mío pero está consciente de ello y quisiera no seguir porque de seguro no sabe qué pueda pasar y tiene miedo, le asusta. De seguro tendrá sus razones.

Todo arreglado, espero que ella salga del baño y resulta que hasta se duchó.

– Ok… El asqueroso entonces… – Digo con sarcasmo.

– Si quieres báñate y si quieres ropa limpia, te pones la mía, no tengo problema. – Dice mientras agarra su ropa y vuelve al baño.
– Me parece una genial idea. – Digo con más sarcasmo.

– Considéralo… – Grita en el baño y cierra la puerta de a golpe.

Mi yo detective empieza a inspeccionar su cuarto luego de acomodar su cama, literalmente solo contaba con un par de minutos pero me pareció muy raro que no hubiera ni una foto de ella con su “novio” o al menos una de él solo…

La mesa junto a la cama tiene un par de libros y cuadernos encima, agarro uno y al hojear, se cae una carta. Al revisar solo por encima decía “Eithan”. Escucho la manilla de la puerta y no me da chance de agarrar la carta, así que de forma rápida junto todo y lo coloco de nuevo en la mesa y me asomo por la ventana.

– Ya nos podemos ir… – Me indica.

– Está bien. – Me dirijo a la puerta.

– No sin antes besarme de nuevo. – Dice interponiéndose en mi camino.

La agarro por la cadera y por la cara y me acerco a ella, mis labios tocan los suyos y ahí está de nuevo esa respuesta de su cuerpo. A lo mejor son cosas mías y soy yo quien la atraje con mi mano, pero otra vez su cuerpo se une al mío.

Antes de finalizar el beso se ríe.

– Ahora sí tienes derecho de largarte de mi casa, ya no te quiero ver. – Dice mientras me da una pequeña cachetada para nada dolorosa, fue cariñosa y al mismo tiempo algo arrogante.

No digo ni una palabra por el asombro que me dejó en lo de su carta y salimos de su casa.

Se me había olvidado hasta de mi auto. ¿Puede ser posible eso?
– Conmigo, sí. – Dice Nathy como si leyera mi pensamiento.

– ¿Perdón? – Respondo distraído.

– El carro me dijo que si tú te ibas a montar conmigo y le respondí. – Dice levantando sus hombros y mirando al cielo. – El cielo está hermoso hoy ¿no crees?

– Está como tú. – Respondo.

Le abro la puerta del auto para que ella se monta y se queda un momento mirando la calle, mientras yo me monto.

– ¿Por qué te quedas así? – Pregunto curioso.

– Nada, solo… – Dice penosa.

– ¿Solo…? – Insisto.

– Fue mi primera vez. – Responde ruborizada.

"El final como el comienzo de una historia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora