Capítulo 22: ¿Qué piensas?

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Pasaron las horas y en ningún momento me separé de Nathy, estuvimos juntos toda la noche, conversando y contando tonterías que se nos pasaba por la cabeza, estuvimos despejando la mente en lo que pudimos y Nathy no paraba de reír. Sus ojos achinados eran preciosos cuando se inicia una sonrisa, su cabello desordenado cayendo por sus hombros, en su piel pálida sus ojeras rodean esa mirada tan profunda y misteriosa, sus expresiones que la hacían más sencilla y espontánea, realmente Nathy es especial, muy especial.

Amanece y el día se torna gris, pues pareciera que podría caer una simple llovizna o que una tormenta con relámpagos y centellas inunde esta gran ciudad, por ahora cualquier cosa puede ser posible.

Dadas las circunstancias, estamos buscando mi auto en el estacionamiento de la clínica y en todo el trayecto que hemos caminado mi querida se encuentra en silencio, ni la más mínima palabra sale de su boca y sus expresiones son totalmente neutra, su estado de ánimo actual es una clara transición Alma espiritual, a todos nos ha pasado, al menos una vez, a mí muchas veces, Nathy ha sido testigo de ello.

Le tomo la mano y acto seguido ella sigue su transición, pero al mismo tiempo noto que se encuentra en este mundo, en esta realidad, la presión de su mano apretando la mía me indica que se siente segura y que todo, por ahora está bien, así que no tendría que haber alguna razón por la qué preocuparme estando con ella.

– No quiero hacer esta pregunta pero ¿A dónde quieres ir? – Pregunto.

– No lo sé. – Dice sin más, sin mirarme, con su expresión neutral que ya se está convirtiendo en algo totalmente irritante.

Llegamos al auto, entramos y nos quedamos ahí sentados por unos instantes.

– Vamos por un café. – Sugiero serio.

Mirando por el rabillo de mis ojos, noto como Nathy sonríe un poco y sube sus piernas, acurrucándose en el asiento, mirando hacia la ventanilla del auto.

Enciendo el auto, salimos de la clínica y en vía hacia la cafetería de siempre intento en romper el silencio tan incómodo que hay entre nosotros.

– ¿Qué crees que hay después de la muerte? – Pregunta Nathy curiosa.

– ¿A qué se debe tu pregunta? – Respondo con la misma curiosidad.

– Solo responde…

– No lo sé, quizá, volvemos a nacer como un animal, como otra persona, realmente es una pregunta muy hipotética. – Respondo sin tener algo preciso en mi mente.

– ¿Por qué tildamos a la muerte como algo malo? Cuando en muchas ocasiones, es necesario para algunas personas que sufren tanto. – Dice Nathy con un tono serio.

– Así como hay personas que sufren mucho, si no mueren es porque están destinadas a superar sus propias batallas – Ya entendí todo con respecto a sus preguntas. – y tú no eres la excepción…

– ¿Por qué siempre te quedas conmigo? – Pregunta y noto como se siente la persona más miserable del mundo.

Disminuyo la velocidad del auto y me detengo en el  borde de la calle.

– No vuelvas a preguntar eso. – Respondo con una seriedad muy firme. – ¿A qué se deben todas estas preguntas? Nathy. Estoy aquí contigo y si sucede algo quiero ayudarte. 

– No se trata de que me ayudes, siendo sincera, tu ayuda no es algo que necesite. – Dice sin pensar sus palabras. – Es decir, no mal entiendas, realmente me hace bien que estés conmigo, me mantengo segura contigo y – me mira. – no quiero que te alejes de mí.

Las palabras que actualmente salgan de mí marcarán la vida de Nathy completamente por la sencilla razón de que actualmente, está muy vulnerable, tanto así que se le nota a leguas.

No quiero seguir haciéndole daño con mentiras y cosas que le he ocultado, pero aún no le he puesto fin a lo que sea que haya pasado con Luna, o con Leidy, aún sigo sin resolver esa duda. Si realmente Luna es esa tal “Leidy Lang”, es algo que le afectaría mucho a Nathy. Y sinceramente no quiero seguir dándole motivos de sufrimiento a mi querida.

Estamos, literalmente, saliendo de una rehabilitación por la salud de Nathy, ella debe permanecer en calma, debe permanecer un reposo hasta que su recuperación siga aumentando. Si decido ahora, comentarle todo lo que ha sucedido al respecto con Luna, no lo soportaría, yo tengo muchas dudas y estoy seguro que si se las transmito a Nathy, colapsaría, de nuevo.

– ¿Conocías a Luna? – Pregunta y es como si me estuviera leyendo el pensamiento. Siempre lo hace, nunca entenderé cómo hace para adivinar las cosas que pienso.

– Nos hemos visto un par de veces, sé que se llama Luna porque en mi universidad estudia su amiga Cristine y las he visto juntas en varias ocasiones. – Respondo con total serenidad. – Si tengo la posibilidad de ayudarte, quieras o no, lo haré, mi único sentido en la vida hasta ahora eres tú, así que haré lo que sea para que tú te encuentres bien. – Digo mientras le sostengo la cara con mis manos.

– Ella parecía haberte conocido completamente. – Dice con desánimo y aparta la mirada. – Me sentí celosa porque, por un momento pensé que ella te conocía más que yo. – Me mira con ternura y me toma por las manos.

– Nadie me conoce totalmente. – Digo sonriendo con ego mientras vuelvo a retomar el camino hacia la cafetería.
– Cuéntame de ti. – Sonríe, entrejunta sus piernas y se posa ante mí.
Se le colorean de nuevo sus mejillas de ese rubor rojizo y no puedo evitar sonreír.

– Bien, no puedo decirte que no. – Digo aceptando mi derrota ante su petición. – No te vayas a dormir mientras te cuento mi historia. Por cierto, ya llegamos. – Digo y señalo a una nueva cafetería que conocía desde hace muchísimo tiempo y quería que fuéramos a un lugar diferente donde antes solíamos ir.

Nathy voltea su mirada y queda asombrada. Se da cuenta de que el lugar, es antiguo, se ha mantenido estable por algunos toques modernos que han renovado en sus instalaciones pero su esencia de antigüedad aún permanece y con el estilo de mi auto, todo está totalmente sincronizado al perfección. Creo que esto me ha quedado como anillo al dedo.

– Es, realmente… – Abre la ventanilla del auto y observa por unos instantes. – ¡Hermoso! – Grita y voltea para agarrarme por mi cabeza y llenar mis mejillas de muchos besos.

Nathy en algunos instantes, podría actuar como una pequeña niña mimada y malcirada, eso me encanta de ella, aunque a veces pueda aparentar que es la mujer más madura del mundo, hay una infernal ternura en su ser la cual siempre me hace sonreír.

Estaciono el auto y sin evitar de reír, la miro.

– ¿Vamos por un café? – Sugiero.

– Vamos por un café… – Dice con ternura.

– ¿Y luego?

– Vamos por unos besos sabor a café… – Sonríe y ríe a carcajadas.

– Me conformo solo con usted. – Digo con respeto, me acerco a ella, mi mano la toma por una de sus mejillas haciendo que pose su cara en ella y nos besamos como si fuera la primera vez.

"El final como el comienzo de una historia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora