Capítulo 20: Entre alientos.

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Todo esto es tu culpa Eithan.

Nadie te mandó a hacerle tanto a Nathy.

¿Por qué no la valoraste desde un principio?

Te dejaste llevar por Luna. Cristine te avisó ¿y qué hiciste?

Lo que siempre haces con tu miserable, triste y sola vida.

Nada.

Se te fue tu madre ¿y qué hiciste?

Te abandonó tu padre ¿y qué hiciste?

No haces nada bien, nunca lo haces.

Nathy no te merece.

Tú no le perteneces.

Eres totalmente una mierda.

Abro los ojos.

– Con que ya despiertas… – Dice un doctor.

– ¿Dón-de está Na-thy…?  – Esbozo con una voz muy silenciosa.

– Tranquilo… Tranquilo… – Responde el doctor y se acerca. – Nathy está en buenas manos, se notan que se aman… – Dice.
Intento responder pero realmente no puede salir ni una palabra de mi boca.

– Tuviste un desmayo, fue extremadamente extraño, pero de la nada estaba llamando a los familiares de la Srta. Nathaly y de repente, usted ha caído al suelo. – Narra. – Ustedes no han parado de susurrar sus nombres desde que llegaron. – Dice al ver la expresión de mi cara. – Estás exhausto, muy cansado, pero estarás bien. – Empieza a revisar una lista que tiene en sus manos.

– Nathy… Na-thy. ¿Está bien? – Digo con voz ronca.

– Oye… Tranquilo. Por supuesto que está bien. Pero… – Dice indicando algo en la lista. – La Srta. Nathaly sufre de Hipertensión Arterial Crónica. Situaciones en las que le genere ansiedad, preocupaciones acumuladas, confusiones del comportamiento de otras personas, o, en resumen, desesperación y ansiedad, le genera un descontrol en su sistema inmune, ocasionando así desmayos, disminución de la presión arterial y si no se trata con precaución podría ser mortal… – Dice con toda la calma del mundo.

– ¿Puedo verla? – Pregunto sintiendo como mi cuerpo va respondiendo con a medida que van pasando los minutos.

– Efectivamente, si quieres podemos ir ahora mismo… – Sugiere.

– Tu presencia le haría muy bien. – Dice esperando por mí.

– Perfecto. – Me incorporo, sacudo mi cabello y me levanto.

Salimos de la habitación, caminamos un par de pasillos, el doctor no dice ni una palabra y relativamente mis sentimientos parecen estar en huelga, ninguno se ha hecho presente.

Seguimos caminando y en un ventanal, veo a Nathy acostada, dormida.

Sigue siendo igual de preciosa, como siempre.

Es espléndida, me siento mejor al verla.

– ¿Puedo pasar? – Pregunto.

– Aun sigue dormida… – Susurra el doctor mientras abre la puerta. – Trata de que siga descansando. Una enfermera te acompañará. – Me da camino.

– Desde que llegó aún no ha despertado. – Notifica la enfermera.

– Gracias por cuidar de ella. – Respondo.

Me siento a un lado.

Realmente no sé qué pensar y no quiero tener ahora ningún motivo para hacerlo. Ahí está ella. Parece un ángel…

… La Srta. Nathaly sufre de Hipertensión Arterial Crónica

¿Por qué nunca me lo dijo?

Hubiésemos evitado muchas cosas…

Le tomo la mano, le doy un beso.

– Lo siento, Nathy… – Susurro y un nudo se hace en mi garganta.

– Lo siento mucho. No he sido una persona tan maravillosa como lo has sido tú. – Sale una lágrima que recorre mi mejilla. – Encontré en ti todo lo que buscaba… Encontré en ti todo lo que siempre quise… Encontré en ti todo lo que siempre necesité… – Cierro los ojos pero las lágrimas no se contienen. – Realmente te convertiste en toda mi razón de ser… – Suspiro. – Nunca te merecí. – Intento soltar su mano.

– Ha-blas mu-cho… – Susurra una voz. – ¿Qué espe-ras para be-sarme? – Dice Nathy entre su poco aliento, sin dejar que nuestras manos se separaran.

"El final como el comienzo de una historia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora