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CAPÍTULO 28: PUNTO FINAL

Después de tanto, estábamos dentro de aquel lugar. Los vellos del cuerpo se me erizaron y un escalofrío recorrió mi espalda. Estaba cagada, sinceramente.

Los pasillos parecían inmensos, en algunos no se veía ni el final. Dirigí mi vista hacia el techo para comprobar, que efectivamente había cámaras en todos y cada uno de pasillos y habitaciones.

No obstante, lo que me sorprendió fue no ver a nadie, todas las personas que en algún momento llegaron a trabajar allí, ahora ya no estaban. Parecía desierto y eso, me asustaba todavía más, porque no era normal.

— Algo ha ocurrido — mencionó Ethan.

— Si no me lo dices, no me doy ni cuenta.

— Qué gracioso estás hoy.

Ignoré su conversación, para dar otros pasos más, todo aquello era increíble. Los ojos se me cristalizaron cuando me di cuenta del tipo de herramientas que usaban, en una habitación, tenían una camilla manchada de sangre y pude diferenciar las herramientas que usaban los ginecólogos.

— Mutilación, cuando yo estaba...apenas estaban empezando, o eso pensaba.

— ¿No sabías que esto ocurría?

— Te lo dije, Ada, yo solo me encargaba de los niños, de traerlos de un lado a otro, pero no estaba cuando hacían aquellas barbaridades... información confidencial.

— ¿A las niñas?

— A todos, probablemente.

Suspiré, mientras algunas lágrimas caían sobre mis mejillas.

— A vosotros no, afortunadamente.

Aiden caminó por delante de mí, estaba alterado, aparentemente mucho más que yo. Se detuvo en cada una de las salas, no sé si buscaba algún resto o a alguien, algo que no estaba ya.

— Tenemos que continuar — espetó con una voz fría.

Teníamos tres opciones, tres caminos, a cuál menos apetecible.

El primero, no era tan terrible, al final casi se podía divisar lo que posiblemente era una puerta. El segundo, estaba algo más oscuro y parecía llevar hasta otros caminos. El tercero, era el menos atractivo, no se veía el final y eso provocaba escalofríos.

— Podemos ir por el primero, parece el más normal.

— Ada, no te fíes nunca de algo que es normal, es lo más siniestro al final.

Ethan parecía estudiar las posibilidades que teníamos, Aiden estaba de brazos cruzados y observaba el segundo camino, quizás ese no era tan malo.

— Así que estáis aquí — la voz nos sorprendió a los tres, provenía de alguna parte —. Esperaba que fuéseis más rápidos, a decir verdad — era grave, de un hombre, quizás de la misma edad que Ethan.

— Es él — musitó el chico.

— Ethan, qué alegría volver a verte, he soñado muchas veces con este momento.

ADA [ COMPLETA ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora