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CAPÍTULO 21: LEE, DEBERÍAS DEJAR DE ESTAR CELOSA.


Uno.

Es tan agotador.

Dos.

Me estoy hundiendo.

Tres.

No me quiero enamorar.

Cuatro.

Demasiado tarde para no hacerlo.

Cinco.

¿Me arrepiento?

Seis.

No, no me arrepiento en lo absoluto.

Siete.

He perdido la noción del tiempo.

Ocho.

He matado a alguien.

Nueve.

Debería confesar.

Diez.

Nunca debí tener el poder.
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Había truenos, al parecer era una tormenta de verano, en realidad no estoy muy enterada sobre ese tema.

La nostalgia hacía eco en lo más profundo de mi ser, pero supe que no debía recordar, porque por mucho que deseara volver al pasado, abrir esas heridas eran hacer de mí una bomba todavía más peligrosa. Yo siempre fui dañina, incluso para mí misma.

Dicen que solemos hundirnos en nuestros recuerdos, pero yo me hundí en un agujero oscuro, profundo y jodidamente irreversible.
Llegó un momento en el que no supe ni reconocer quién era.

En realidad el ser humano nunca se llega a conocer del todo, ¿no crees?

De igual manera para mí era imposible volver a visualizar a la que solía llamar familia. No me daba cuenta del por qué y cuando lo hice, intenté arreglarlo, pero era tarde.

No sabrás nada, no estás entendiendo ni lo más mínimo, pero eso es bueno, significa que todavía no ha llegado tu sufrimiento.

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Aquellos brazos me atraían hacia su cuerpo y me proporcionaban tanto calor. Estaba acurrucada sobre su torso mientras una manta de terciopelo nos arropaba a ambos.

Lo amaba.

Me moví ligeramente para no despertarlo, pero se dio cuenta y me atrajo hacia él.

—Unos minutos más — susurró.

—Seguro que es tarde, deberíamos despertarnos — me giré hasta que quedamos cara a cara.

Aiden suspiró para después mirarme con esos ojos negros — no te estaba preguntando, Lee — sonrió a la vez que pasaba su mano por detrás de mi nuca provocando que nuestros labios se rozasen.

—¿No vas a besarme? — pregunté.

—Quiero escucharte decirlo — acarició mi mejilla, después avanzó hacia más abajo, delineando con sus dedos mi clavícula

—Bésame.

Nunca podría olvidar esos momentos con Aiden, eran únicos.

— ¿Estás tomando tus pastillas? — preguntó Ethan. Aunque había pasado más de una semana, yo aún seguía molesta con él, casi ni nos mirábamos.

No respondí.

— Julia, te hice una pregunta — todos nos quedamos algo sorprendidos por aquel tono tan brusco.

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