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CAPÍTULO 1: INTERNADA

Me encontraba tumbada sobre mi cama. Sabía que pronto la extrañaría, aquella habitación con colores suaves, con mis fotos junto a mi hermana y amigos. Extrañaría toda la casa, era mi hogar y sería mi hogar para siempre.

Pero esta era mi decisión, lo correcto y lo que me ayudaría a superar todo. Lo que no sabía era si realmente quería superarlo, cerrar un episodio muy importante, el cual pese a que acabó de la peor forma posible, me había dado unos momentos increíbles.

— Cielo – mi madre entró a la habitación y se sentó con cuidado sobre la cama, yo le di la espalda — ¿seguro que quieres hacerlo?

No respondí, ella sabía perfectamente que era lo que necesitaba, pero le daba miedo perderme, perder otra hija más.

— Veo que y tienes tus cosas listas – se esforzó por sonreír – te veo abajo en diez minutos.

Salió de mi cuarto y sentí un gran alivio por estar sola y poder aprovechar esos minutos. Después bajé poco a poco las escaleras que llevaban al salón. Aquella habitación era amplia, gracias a sus grandes ventanales la luz entraba y alumbraba cada rincón por minúsculo que fuera. Era imposible tener miedo en un sitio como ese, te sentías protegida.

Pasé mi mano sobre uno de los sofás. Era beige y su piel suave. Megan y yo solíamos sentarnos juntas allí y ver Netflix en una noche lluviosa, bueno, para ser sincera casi siempre poníamos  H2O para no asustarnos. Ahora todo parecía tan lejano…como si fueran recuerdos a punto de ser destruidos, o estuvieran en proceso de descomposición.

— Estamos listos, cielo – la voz de mi madre parecía forzada, como si intentara no romper en un sollozo, pero todos estábamos igual, solo que ella quería dar un ejemplo fuerte para no acabar como yo.

Asentí levemente y nos dispusimos a salir de la casa. El camino al psiquiátrico fue silencioso, pero para nada incómodo – al menos para mí, vi a mi padre queriendo decir algunas cosas, pero mi madre lo fulminaba con la mirada para que cerrara la boca – y cuando llegamos, ese vacío aumentó

Era un psiquiátrico normal, tampoco se podía esperar que hubiera arcoíris o algo parecido. Por dentro todas las paredes eran blancas, supongo que de esa manera ningún paciente tenía el riesgo de alterarse. Por lo que observé, tenía más de dos o tres plantas, cada una podría tener fácilmente más de diez habitaciones.

En cuanto entré una chica nos atendió. Vestía con una bata blanca y un uniforme compuesto por una camisa y unos pantalones largos. Su cabello estaba recogido en un moño perfectamente hecho y no llevaba nada de maquillaje. Probablemente tenía casi cuarenta años, aunque aparentaba algo menos.

— Buenos días – nos dijo con una sonrisa mientras le daba la mano a mis padres – Son ustedes la familia Lee, ¿correcto?

—Sí, soy Elisabeth y este es mi marido Joe – presentó mi madre.

— Supongo que ella debe ser… - buscó en una libreta la cual parecía que contenían los expedientes – Heaven.

Asentí y miré hacia otro lado. Claramente no le iba a dar una sonrisa cual niña buena, porque entonces no tendría que estar en este sitio. Estaría subiendo historias a mis redes sociales o quedando con amigas.

— Heaven, querida acompáñame, tus padres rellenarán unos papeles y después se irán – su tono era suave, como si intentara controlarme de alguna forma para no montar una escena en la cual, probablemente, me inyectarían un calmante mientras yo gritaba como loca.

—Cariño – mi padre se dirigió a mí y me agarró por los hombros – quiero que sepas que nos tienes para todo, pronto todo volverá a estar bien y aunque estemos solo nosotros, nos tenemos y eso es lo que importa.

Nos dimos un corto abrazo y después me despedí de mi madre. Ella no se veía tan afectada. Deducía que estaba en plan: necesito un respiro de esta niña. Aún así no se lo encaraba, era algo normal tras la situación.

Acompañé a aquella mujer, mientras caminábamos ella me hablaba.

—Mi nombre Patricia – giró su cabeza para verme – Patricia Lane, un nombre español y un apellido inglés, o al menos eso es lo que tengo entendido. Mis padres eran ingleses pero mi abuela vivió en España mucho tiempo y por eso mi nombre.

Hice una mueca de indiferencia.

—Te acostumbrarás a esto, no quiero sonar amenazante, pero no tienes otra opción.

¿Qué no tenía otra opción? Estaba aquí por voluntad propia así que sí, si tenían muchas opciones.

—Esta es tu habitación, los de la primera planta compartís dormitorio, pero tranquila, tus compañeras te aceptarán.

Eso esperaba.

—Llegarán enseguida, mientras te dejo aquí tu ropa para que te cambies. Volveré en diez minutos, si te pasa algo simplemente toca el botón que tienes al lado de tu mesita y entonces entraré.

Asentí y Patricia salió de la habitación. El uniforme era de invierno, acorde al tiempo – aquí el invierno comenzaba en noviembre, estábamos a veinte así que ya os podéis imaginar – era una sudadera blanca con el logo del psiquiátrico y unos pantalones de chándal del mismo color. Tenía varios calzados: unas zapatillas de deporte con un logo grisáceo y unos zuecos grises casi blancos.

Pasé al pequeño baño que había. Este solo tenía un váter y un lavabo, pero nada de espejos. Aquello me asustó bastante, no podría mirarme durante todo el tiempo que estuviera allí.

— ¿Estás lista?— preguntó la mujer pasando lentamente.

Asentí.

—Ven, vamos a ir abajo, es la hora de cenar.
Por el camino hacia la cafetería me explicó varias cosas.

—Creo que es necesario que sepas esto, pero antes tengo que decirte que aquí hay mucha seguridad, nunca ha pasado nada fuera de control y nunca pasará – disminuyó el ritmo, supongo que de esa manera le daría tiempo a explicarme todo – el psiquiátrico se divide en cinco plantas. La primera y la segunda son muy parecidas, solo que en la segunda hay menos libertad y la gente que está allí suele llevar más tiempo aquí. La tercera es para las personas que son más difíciles de curar, esa planta junto a la cuarta y la quinta, no pueden juntarse con nadie más, sus habitaciones son individuales y llevan incluso camisas de fuerza… - de pronto entramos a la cafetería o comedor – ya sabes demasiado.

Pero tal vez mi curiosidad no se saciaba tan fácilmente.

ADA [ COMPLETA ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora