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CAPÍTULO 18: ALESHA…¿TÚ TAMBIÉN?

— Hasta que al fin te encuentro, Ada — dice él.

Me acerco peligrosamente y me siento en frente, cruzando mis piernas y reposando mi espalda en la silla.

—Hasta recuerdas mi nombre — ríe — ¿También recuerdas toda la mierda que me has hecho pasar? Porque todo es tu culpa.

Suelta una gran carcajada. Me debería enfurecer, pero realmente me da igual, porque detrás de esa careta valiente y ególatra, él está asustado...y mucho.

—¿Qué quieres, Ada? — me pregunta — tengo todo el dinero que puedas imaginar.

Me levanto de la silla.

Eso sí que me cabrea, ¿piensa que el dinero me va a devolver a las personas que quería?

¿Piensa acaso que me va a solucionar la vida?

Dicen que el dinero te da la felicidad, pero no es así. Cuando estás destrozado, cuando te han quitado a quien más querías, cuando has sufrido tanto...ni hay nada ni nadie que pueda recompensarte.

— A este punto y todavía crees que quiero tu puto dinero de mierda. No eres más que un cagado, que se ha dado cuenta de que está solo en el peor momento. Crees que el dinero me va a solucionar la vida pero no…no hay nada que lo pueda solucionar.

—Yo puedo, puedo hacer que seas una médica de Finlandia, o una policía, inclu — no lo dejo terminar, estrello mi mano en su mejilla.

—Cierra la puta boca.

Escucho como él se queja y luego vuelve a reír.

He manipulado toda mi vida e incluso he sido manipulada, sé leer a las personas y ese cabrón no es la excepción.

Ando unos pasos hasta llegar a una mesa negra, abro el saco donde están todas las armas y las pongo encima de esta. Hay dagas, cuchillos, pistolas, cadenas…un poco de todo.

Creo que voy a disfrutar mucho esto.

Cojo una cadena, tiene un collar para atar a alguien y así poder tenerlo vigilado. Me acerco hacia él con pasos lentos, en realidad no tengo prisa, de hecho, tengo todo el tiempo del mundo.

—Veamos — me coloco detrás de el y paso el collar por su cuello — te va a apretar un poco, pero tranquilo, es lo mejor que te va a pasar de todo lo que te voy a hacer.

— ¿Me vas a atar como un perro? — dice sarcásticamente.

Cojo la cadena y la ato a un candado que coloqué en un conducto de ventilación.
Sería una pena que con apretar un simple botón, la sala se llenase de gasolina y con un simple ‘chas’ todo ardiese.

Será una pena.

—A ver… — comienzo a decir — ¿cómo te gustaría morir?

— Creo que me vas a torturar, al final siempre lo disfrutas.

Me siento nuevamente de piernas cruzadas en frente de él.

— Tal vez, quizás primero te corto los huevos y me hago unos pendientes — me encojo de hombros — tal vez te empiezo a cortar cada una de tus extremidades…de cualquier modo, vas a sufrir igualmente.

Una sonrisa malévola invade mi rostro.

—Empezamos el juego, Nate…solo quiero que me digas una cosa antes — el me hace una seña para que prosiga — ¿Quieres que te entierre al lado de tu padre o te tiro al mar?

ADA [ COMPLETA ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora