Capítulo 22

5 0 0
                                    

-¡Basta de bromas! Ann llévate a ese pequeño demonio de aquí-

Desde el umbral de la habitación contigua, Argyt observaba con recelo como su más reciente rival volvía campante a los brazos de la diosa del agua. André se encontraba maravillado con aquel ser que parecía haber salido de algún título de la literatura fantástica.

-¿Entonces Beethoven se quedará aquí con nosotros?-

Al oír esto, Argyt empezó a sacudir la cabeza gesticulando claramente "No wey, ya bájenle de...", a tiempo que Ann, para su frustración respondía tan alegre como despreocupada.

-Si ¿No es maravilloso? Lo único que necesitamos es una pecera grande, algo de tierra, ramas y una fuente de calor para que se sienta cómodo, aunque aún no estoy segura de qué come ¿qué piensan uste...-

En ese preciso instante, las luces de toda la residencia empezaron a fallar, parpadeando constantemente en intervalos irregulares hasta dejar toda la hacienda completamente en la oscuridad. Debió ser algún bajón de energía, problema de la compañía de luz, pensaron mientras alumbraban el salón con algunas veladoras que sacaron del viejo armario de la abuela, después de todo si sus suposiciones resultaban ser acertadas la corriente no tardaría en volver máximo en una media hora.

-¿Saben? Este parece el momento perfecto para contar histórias de terror-

Dijo Ann acercándose al centro de la sala para colocar una veladora en la mesa, creando el ambiente idóneo para lo que su mente maquinaba, sin embargo, esta idea no parecía gustarle a Argyt quien, aferrado a su móvil, caminaba entre sombras respondió irritado.

-No estarás hablando en serio-

De pronto el desafortunado muchacho se detuvo en seco al sentir como una mano esbelta y delicada le tomaba del hombro mientras unos labios se le acercaban para susurrarle lentamente al oído con una voz femenina.

-¿Qué te pasa Argyt? ¿Tienes miedo?-

Un escalofrío recorrió su columna de principio a fin, las manos le temblaban, sabía que era una mala idea dar la vuelta pero ante la situación de estrés los instintos  superaron a la razón y con lágrimas en los ojos volviose hacia su espalda para encontrarse con Arzenia, envuelta en una tenue flama azul que le hacía ver como un verdadero fuego fatuo, lista para dejar escapar un grito que por poco detiene el corazón del pobre quien no pudo evitar caer al suelo, gritando y maldiciendo entre las risas de los demás. Habiendo cumplido su cometido la dama de fuego, visiblemente satisfecha se aproximó al centro de la sala mientras su flama poco a poco se extinguía.

-Yo estoy dentro ¿Qué dices tú Leaf?-

El apoyo de Arzy levantaba el ánimo de la joven rusa quien alegremente aplaudió un par de veces esperando la decisión del dador de vida.

-Cuenten conmigo, solo denme un minuto para hablar con los veladores, tal vez ellos sepan que tanto abarcó el apagón-

-Yo te acompaño-

Se agregó André a la expedición adelantándose a la puerta principal, pero al momento de querer abrir se dio cuenta de que aparentemente esta se encontraba trancada.

-He visto películas de terror que empiezan así-

Con particular buen humor el dios del viento cedía el espacio para que Leaf intentase desatascar la puerta lo cual también le fue imposible.

-Ya wey, llama a la compañía y a un cerrajero- Recuperando un poco la compostura Argyt se acercó a la luz del centro de mesa advertido de la poca carga restante en su teléfono.

-Es extraño, la perilla está bien...-

Afirmó el descendiente de Itzamna secundado por el de la serpiente emplumada que asentía con la cabeza, mientras el primero de los dos se dirigía a la ventana más cercana para echar un vistazo al jardín frontal.

Los ojos del jaguar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora