El auditorio Alfonzo Matos erigido en los terrenos del campus había sido comisionado por el anterior rector para albergar todo tipo de eventos culturales. Aquel foro estilo italiano, capaz de albergar hasta seiscientos asistentes últimamente se había convertido en la sede perfecta para los ensayos semanales de cada club artístico de la universidad. Aquel día, tal y como fue informado por André, la orquesta concluía los últimos preparativos para su siguiente concierto.Mientras el descendiente de Itzamna se acercaba al auditorio pudo notar que de este salía un numeroso grupo de estudiantes cargando consigo sus respectivos instrumentos musicales. Aparentemente el ensayo había concluido antes de lo previsto y ahora varios miembros de la orquesta se dispersaban para volver a sus labores académicas. El joven dios se había dado a la tarea de escanear con la mirada cada rostro en la plazoleta del auditorio, buscando el cabello rubio y los ojos azules de aquella dulce imagen que desde el primer momento había quedado grabada en su memoria. Absorto en su propia misión no se percataba que tras él, una figura conocida le llamaba con insistencia.
-¡Oye Leaf!- Repetía una y otra vez conforme se aproximaba a sus espaldas hasta lograr tocarle el hombro con la mano izquierda provocando un ligero sobresalto en el muchacho quien volvió la mirada.
Su nombre era Amelia Montes Capri, Amy para los amigos. Una dulce jovencita de largo cabello oscuro y enormes ojos pardos que había dejado atrás a su pequeño grupo de músicos para saludar a Leaf. Ambos tomaban un par de materias juntos y ocasionalmente compartían un momento para hablar entre clases. Aquellos que conocían a la joven Montes Capri le describían a menudo como una persona de lo más dulce y bondadosa, un pequeño rayo de luz, incluso cuando las cosas no se veían bien.
-¿Está todo bien?- Perguntó al ver como su compañero impacientemente inspeccionaba con la mirada cada silueta en la plaza.
-Sí, no te preocupes- Replicó de manera un poco dispersa -creo que llegué algo tarde para el ensayo ¿Por casualidad sabes dónde está Ann?-
Amy llevó el dedo índice a la barbilla tarareando en voz muy baja.
-En realidad no vi que salga del auditorio, no fue un buen día para ella. Como primer violín siempre está bajo mucha presión y hoy estaba fuera de sincronía en todas las obras ¿Quieres hablar con ella para entrar a la orquesta? Nos hace falta gente en maderas- Sonriente hacía una referencia a la flauta que llevaba al cuello.
-Gracias Amy, pero no creo estar calificado para eso...- Respondió, ahora un poco más relajado por el hecho de saber dónde se encontraba su compañera. -Bueno, tengo que hablar con Anny ¿Nos vemos en Viejo mundo?-.
-Claro, cuídate-
Aquella despedida marcó la pauta al joven dios para entrar por fin al foro. Incluso a pocos minutos de concluido el ensayo aquel salón semicircular había devenido en un desierto. Sus pasos le dirigieron a la sección de butacas, desde donde podía ver con claridad a la única alma que, encadenada al asiento por decisión propia, repetía una y otra vez el capricho cinco de Nicólo Paganini. Su talento para la ejecución de tan complicada pieza era innegable. Aquella extraordinaria capacidad en el manejo del arco podía, en cualquier momento, hacerle un lugar en la filarmónica del estado incluso tal vez la nacional pero, una vez cada determinado número de compases, un error pequeño, atribuible a cualquier principiante, desmantelaba con un solo golpe la complejidad de la obra obligando a una Ann cada vez más frustrada a volver al inicio. Con la respiración agitada, rechinando los dientes como producto de la impotencia, la joven rusa procedía a devolver su instrumento a la funda cuando vio a Leaf de pie entre las butacas de la última luneta.
-Hola Leaf, no te había visto- fingiendo encontrarse en un mejor estado de ánimo la joven rubia bajó para saludarle con un abrazo- lamento haberme ido antes ¿Arzy está bien?-
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Los ojos del jaguar.
AdventureTras la muerte de sus padres, Leaf Connor, un joven de 19 años se ve obligado a rehacer su vida en Yucatán, un mítico paraje al sureste de México, alguna vez conocido como Mayab. Poco habría de imaginar que aquel viaje de vuelta a su tierra natal...