A la mañana siguiente todos despertaron de vuelta en la hacienda de los Connor, reclinados sobre los sillones de la sala Leaf, André y Arzy abrían los ojos para encontrarse con Ann quien consigo llevaba medicamentos, alcohol, agua tibia y vendas, todo para atender sus heridas.
Arzenia fue la primera en levantarse, haciendo presión sobre su costado para soportar el intenso dolor que le causaba aquella herida. Tan rápido como su cuerpo se lo permitía, se acercó hacia donde yacía Leaf cargando consigo una daga de fuego la cual, como advertencia colocó sobre su cuello mientras este apenas recuperaba el conocimiento.
-Si aprecias tu vida, no te muevas-
-Arzy, estás bien-
A pesar de la tensa situación con la que fue recibido, Leaf parecía tranquilo, incluso alegre por encontrarle a salvo. Los ojos del joven habían vuelto a la normalidad así como su voz, la cual prescindía de aquel tono grave e impasible con el que se comunicaba el ente oscuro. Al verle de vuelta en su forma humana, Arzenia extinguió su arma con un ahogado suspiro que denotaba su alivio.
-Menos mal que volviste, de no ser así habría tenido que matarte-
-No recuerdo casi nada después de que la serpiente me golpeó en la cabeza, todo está muy borroso-
-Lo bueno es que lograste liberarte de esa cosa viejo- Intervino André haciendo un esfuerzo por sentarse derecho en el sillón.
-En realidad no es una cosa, soy yo o una parte de mi al menos-
Respondió el dador de vida retirando con cuidado la venda que cubría su frente.
-Tenemos suerte de que Anny sepa primeros auxilios, de hecho gracias güera-
Con extremo cuidado, el dios del viento volvió la vista hacia donde se encontraba su compañera quien devolvió el gesto con una dulce sonrisa. Poco o nada esperaba el descendiente de Kukulkán cuando se llevó la mano al abdomen buscando el sitio de la herida.
-¿Chicos? ¿Qué está pasando?-
Genuinamente no podía creerlo, atónito sintió cómo aquella profunda herida se había desvanecido por la noche sin dejar rastro o cicatriz alguna, como si todo hubiera sido poco más que un vívido sueño.
-Está bien André. Aún en nuestra forma humana, como dioses podemos soportar heridas que en otras personas serían mortales, de hecho, según Itzamna tampoco podemos enfermarnos- Contestó Arzenia dirigiéndose a la cocina por un vaso de agua.
Hasta ese momento las memorias de Leaf eran escasas y muy difusas, pero había un recuerdo en particular, que aún le torturaba. La negra punta de una daga de obsidiana que atravesaba el pecho del único ausente en la sala.
-Ann ¿Que sucedió con Argyt? ¿Sigue con vida?-
-Logré frenar el sangrado antes de volver a Mérida, el doctor lo está viendo ahora-
La joven rusa, con un gesto sumamente preocupado mantenía su mirada fija en el cuarto de huéspedes del cual, al poco tiempo saldría el médico llevando consigo un enorme maletín de emergencias.
-El paciente se encuentra estable, pero necesita ser transportado a un hospital con urgencia. Verán...-
Acomodó sus lentes por un momento, tratando de buscar por momentos la mejor forma de explicar aquel fenómeno que eludía sus conocimientos.
-...la herida aparentemente no es grave, no ha comprometido grandes vasos sanguíneos y, a decir verdad, solo una pequeña parte de la punta se ha alojado en el esternón pero, por alguna razón cada vez que intento extraer el objeto, este parece incrustarse más en el pecho de su amigo. Si me lo permiten muchachos, quisiera saber ¿Cómo un cuchillo de piedra terminó ahí?-
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Los ojos del jaguar.
AbenteuerTras la muerte de sus padres, Leaf Connor, un joven de 19 años se ve obligado a rehacer su vida en Yucatán, un mítico paraje al sureste de México, alguna vez conocido como Mayab. Poco habría de imaginar que aquel viaje de vuelta a su tierra natal...