Capítulo 26

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El pasaje subterráneo del castillo en Mayapan era algo digno de verse, a pesar de ser una estructura relativamente tardía con respecto a sus contrapartes de oriente, había sido construida con el más delicado de los detalles. En algún punto, que probablemente correspondía al final de la caverna, el canal de acceso se transformaba completamente en un pasillo de piedra labrada que, por momentos daba la impresión de descender aún más, hacia trechos cada vez más profundos en la tierra.

Ese oscuro pasillo, apenas iluminado por lámparas de celular era particularmente húmedo y plagado de gases que hacían de aquel trayecto una tortura para Argyt quien, incapaz de soportar la mala calidad del aire, de a poco tomaba cada vez más espacios para descansar, maldiciendo cada que podía. Si bien Ann se encontraba incómoda con la reciente actitud del muchacho, su corazón no podía evitar sentir pena por verle en tan mal estado, sobre todo cuando ella podía perfectamente tolerar aquellas circunstancias gracias a su calidad como diosa.

-Argyt, debemos regresar-

-No, aún no-

Jadeaba aún cuando se disponía a retomar su camino hacia el santuario con una respiración trabajosa la cual no hacía más que angustiar a su acompañante.

-Este lugar no es normal, te está afectando-

-Esto no es nada, el anciano siempre nos ponía a hacer cosas peores-

-Lo que estás haciendo ¿De verdad es porque no confías en Arzy?-

-¿Tú qué crees?-

Su argumento continuaba mientras apoyado en la pared se esforzaba para continuar.

-En el Xibalba, Leaf jamás se quejó y casi siempre le tocaba la peor parte, Arzy... ella parecía disfrutar cada minuto en ese horrible lugar. Ann... yo... yo me merezco esto, recibir este poder que supuestamente evitará que cualquier criatura asquerosa me mate por el simple hecho de haber descubierto el secreto de Leaf-

La joven de los cabellos rubios se cruzó de brazos, apartándose ligeramente.

-Arriesgas tu vida sabiendo que en algún otro momento pudimos todos entrar juntos, es... Ilógico, insensato, es egoísta-

Buscaba aún aquella palabra que bien recordaba en ruso mas en español no lograba alcanzar cuando escuchó una réplica del joven.

-Lo último tal vez se acerca, pero creo que el término correcto es tener orgullo-

Si algo poseía Argyt, era una férrea determinación que, si bien muchos describirían como terquedad, había sido suficiente como para llevarle a la cámara del santuario, un recinto abovedado de gran tamaño que se veía sostenido por tres filas de columnas cilíndricas de al menos dos codos de diámetro magistralmente talladas con una multitud de ciervos de tamaño real, todos al galope.

A pesar de la impresionante vista ni altar, ni reliquia y mucho menos guardianes se encontraron en aquel salón que por momentos parecía más bien un elegante callejón sin salida.

-Tal vez estamos en el lugar equivocado-

Argumentaba desde el borde Ann, quien solo podía observar como se le adelantaban hacia el centro del salón.

-Si fuera así ¿Por qué nos topamos con esa barrera en la entrada?-

La pausada voz del muchacho hacía eco en las altas bóvedas y paredes del recinto sagrado conforme éste, aún cesando, continuaba su recorrido al corazón del santuario.

-En Dzibilchaltun, el santuario había sido cambiado de lugar, la reliquia no estaba-

-Es posible, pero aún así ¿Por qué no hay ningún altar ni nada que indique que este es el santuario? Más que un lugar abandonado esto parece...-

Los ojos del jaguar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora