Capítulo 7

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Valladolid, la cuatro veces heróica ciudad del oriente, se encontraba a cuarenta y cuatro kilómetros de distancia. Poco menos de una hora les tomaría llegar a la llamada sultana del oriente y primera chispa de la revolución mexicana. Mientras el automóvil modelo clásico de Lance Connor recorría la oscura carretera, Argyt no dejaba de repasar los detalles de su estadía en el Xibalba.

-A ver, recapitulamos una vez más. El viejo que ahora se fusionó contigo, o volvió a ti o lo que sea, manipuló el tiempo dentro del cenote para que los dos años ahí fueran solo dos días aquí. Entiendo que tampoco envejecimos porque ni siquiera nuestras uñas, cabello o mi barba crecieron un centímetro desde entonces...-

-Aparentemente sí- respondió Arzenia, en un frustrado intento por silenciar a quien no había dejado de hablar desde que dejaron Chichén Itzá.

-Ahora bien ¿Por qué llevabas un cuchillo contigo? ¿Desde cuándo lo tenías? ¿Y por qué en ningún momento se te ocurrió decirnos?-

Las preguntas de Argyt habían llamado la atención de Leaf quien, sin dejar de prestar la debida atención al camino, se permitía una mayor presencia dentro de aquella conversación.

-¿Recuerdas hace un año, cuando te encontré en el jardín del palacio? Itzamna me sorprendió antes de terminar mi entrenamiento nocturno. Me pidió que desenterrara ese cuchillo, aparentemente se encontraba bajo el mural del templo de los jaguares.-

Aquel mural en relieve se caracterizaba por incluir complejos detallados de escenas bélicas, que giraban alrededor de un personaje rodeado por un disco solar. Aparentemente, el piso bajo la pintura resguardaba una rica ofrenda, que contenía en si, el oscuro cristal que fuera entregado para la fundación de la estela.

-¿Y te pidió que la ocultes de nosotros?- Argyt no paraba de atosigar con sus cuestionamientos a la copiloto.

-No necesariamente. Todos entendemos que el anciano siempre nos contó las cosas a medias. Tal vez había algo más allá del mismo cuchillo que no nos correspondía saber.- Leaf trataba de actuar como la voz de la razón entre la confusión, pero a pesar de ello, era claro que tenía dudas sobre el devenir de tan extraño artefacto.

-¿A medias? No nos dijo nada ¿Qué hay que hacer con las reliquias? ¿Dónde buscarán cuando lleguen a Ek Balam? ¿Qué es la oscuridad? ¿Y cuándo va a aparecer? No sabemos nada.- La réplica de Argyt era sólida y no solo implicaba sus propios temores. Las preguntas que ahora en voz alta repetía, habían pasado al menos una vez por la cabeza de sus amigos quienes, aún sin respuesta, se dirigían hacia el este en busca de la marca del siguiente dios.

Llegaron a Valladolid alrededor de la una de la mañana. La pequeña ciudad les recibía en silencio, mientras recorrían la calle principal que conectaba la carretera con la plaza central y la Catedral de San Servacio. El paisaje colonial casi inalterado por la modernidad hacía una oda a tiempos pasados, tiempos de carruajes y sombreros de ala, de broches de oro y polvos de rapé. La noche era fresca con un cielo despejado, bañado de estrellas que precariamente iluminaban la fachada del hotel donde se hospedarían.

A contraesquina del palacio de gobierno se encontraba el lobby del hotel colonial, una auténtica ambientación basada en el siglo diecisiete engalanaba el amplio salón de recepción, mientras Leaf solicitaba tres habitaciones individuales al encargado nocturno.

-¿No crees que es demasiado? Podrías pedir solo una habitación- Argyt expresaba inconforme con los gastos que supondría tal aventura, mientras recibía su respectiva llave.

-Pedir una triple implica al menos una cama para dos personas- Dando un gran bostezo, Leaf terminaba de entregar las llaves para tomar rumbo hacia el segundo piso del edificio colonial.

Los ojos del jaguar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora