Capítulo 23

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La reacción fue inmediata y temiendo lo peor, todos sin excepción ayudaron a voltear con sumo cuidado a Leaf para poder revisar sus signos vitales. La piel del muchacho se había tornado pálida y fría al tacto, los ojos se encontraban nublados y los músculos tensos. En dichas condiciones, resultó casi milagroso el lograr sentir un leve pulso sanguíneo corriendo por las arterias de su brazo. Todo apuntaba a que su amigo sufría de alguna especie de parálisis que le había neutralizado por completo.

-Bueno, al menos ya sabemos que es lo que hacen-

Dijo la diosa del fuego mientras retiraba el dardo azul de la piel del joven, adjudicando su delicada condición al disparo que recibió por error durante la persecución de la criatura oscura.

-¿Deberíamos llamar al médico? En cualquier momento el veneno podría extenderse y...-

-No servirá de nada- Detuvo Argyt a la deidad del agua. -Si esa cosa puede afectar a un dios no creo que la medicina moderna pueda hacer algo por ello, justo como la punta de cuchillo-

-Espera ¿Eso significa que podría morir?-

-No lo descartaría pero sinceramente lo dudo-

Corrigió de nuevo el capitalino recordando en parte las lecciones de su tiempo en el Xibalba. Todos los síntomas encajaban, pero por alguna razón la región de la herida se encontraba limpia, en cuestión de minutos cualquier signo de inflamación o necrosis había desaparecido.

-Solo está paralizado... bueno, eso parece-

Concluyó para luego buscar en su bolsillo las pastillas recetadas por el médico, la agitación había hecho que el dolor regresase y sin el potente efecto analgésico del medicamento, en pocos minutos ya no podría mantenerse en pie.

En aquel momento todos parecían genuinamente preocupados por el estado de Leaf, todos a excepción de Arzy quien aparentemente le había encontrado cierta gracia al suceso, conteniendo la risa mientras levantaba y dejaba caer el brazo del muchacho.

-Creo que me cae mejor así-

Sin embargo, este humor negro no tuvo una buena respuesta por parte de los demás, pero ellos bien sabían que simplemente era una pésima idea enfrentarse al monstruo que, aún siendo mortal, pudo apagarle las luces a Mario y Rodrigo. La única que se atrevió a levantar la voz fue Ann, tomando la iniciativa para, con ayuda de los dos caballeros, levantar al convaleciente del suelo y devolverle a su habitación.

-En realidad no se cual es tu problema, pero si algo le pasa... recuerda que tú fuiste quien disparó-

Aquellas palabras surtieron un efecto inmediato en la dama de fuego. Estaba furiosa y enardecida a tal grado que apenas pudo controlarse lo suficiente para apartarse del camino mientras su cuerpo empezaba a cubrirse por llamas. Consciente de su estado, tomó asiento en el suelo contra la pared más cercana para extinguir su fuego mientras los demás desaparecían de su rango de vista al subir por las escaleras.

Arzy se quedó ahí por un rato esperando a que bajen, sin embargo, los minutos pasaban y simplemente no regresaban. Para ella era obvio lo que ahí arriba sucedía, no era la primera vez que un comentario suyo tornaba los ánimos de personas cercanas. Por un momento su puño se encendió nuevamente, abarcando poco a poco su brazo izquierdo. Sabía que podía hacerlo, sabía que podía cerrarles la boca, pero en esta ocasión Ann tenía razón, Leaf estaba mal y era su culpa.

Mientras tanto, Ann, Argyt y André se encontraron a la entrada de la habitación, a media luz y con la puerta cerrada, habían decidido tomarse un tiempo para hablar seriamente a una distancia segura de la dama de fuego.

-Esto no puede seguir así, necesitamos ir a Mayapan y conseguir mi reliquia-

Argyt realmente se esforzaba por mantener la voz baja a pesar de su disgusto, sin embargo, a los oídos de sus amigos, la propuesta de viajar hacia el último templo era por demás imprudente y fue André quien primero se lo hizo saber.

Los ojos del jaguar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora