-Chicos se acabó, tenemos las cinco reliquias-
Argyt, aún bajo influencia de la adrenalina trataba de animar el ambiente mientras recorrían el camino de vuelta a la superficie pero Ann ya había tenido suficiente. En completo silencio la diosa llevó en hombros a su amigo de vuelta a la superficie solo rompiendo este voto para preguntarle dónde había dejado la antena que transmitía su señal a la capital.
Los primeros rayos del sol ya acariciaban las copas de los más altos árboles con su cálido abrazo cuando, a fuerza de voluntad llegaron al sitio donde habían escondido el auto. Por pura fortuna nadie les había descubierto y podrían regresar con esa calma a la capital, sin embargo el trayecto de vuelta no sería menos incómodo para el recién ascendido, André pronto cayó dormido en el asiento trasero y, sin el apoyo de un tercero, él tendría que ocupar el asiento del copiloto junto a una Ann que apenas alcanzaba a reconocer tras aquella impasible expresión que se concentraba únicamente en la carretera.
Sendos nubarrones oscurecían el cielo cuando por fin llegaron a la hacienda. A la entrada de la casa principal dos personas esperaban su tan anticipado arribo. Ann fue la primera en bajar del carro para abrir la puerta trasera de este y ofrecer su ayuda a André quien, casi completamente curado, la rechazó amablemente para levantarse y por cuenta propia subir los escalones a la puerta.
-Viejo, en serio perdón pero creo que manché tus asientos-
Se disculpaba mientras era recibido por los brazos de Leaf que le estrecharon con fuerza.
-No pienses en eso amigo-
Respondió este mientras saludaba de la misma forma a Ann con quien compartió un par de palabras en voz baja.
Argyt por otra parte, recién había dejado el auto. Portaba aún las insignias y reliquias del dios de la tierra mientras se acercaba al resto del grupo dejando en claro lo épica que había sido su hazaña.
-¿Qué les parece chicos? El espíritu del venado, creo que me queda bastante bien-
Tristemente la reacción que él tanto anhelaba nunca llegaría, no hubo festejos ni gloria alrededor de su victoria, muy por el contrario, el ambiente se tornaba tenso a su alrededor con todas las miradas posándose sobre su persona.
-¿Qué les pasa ahora? ¿Tienen algún problema con que yo tenga esto?-
-Argyt, no lo malentiendas pero…-
-¿Pero qué?-
Respondió con rabia a Leaf quien le salía al encuentro, provocando que más de uno levantara la guardia ante su agresividad.
-Arriesgamos la vida por conseguir la última pieza como lo hicimos con las anteriores-
-Amigo calma…-
-Tu estabas planeando huir encontrándonos tan cerca de nuestro objetivo, pero claro, no estabas ahí para verlo, alguien tenía que tomar las riendas en tu ausencia. Soy el único que fue entrenado por Itzamna que aún no había recibido su reliquia, pero ahora que la tengo todos estaremos más seguros en caso de que a cierta persona se le ocurra tener un ataque de ira-
Continuó dirigiendo su vista hacia la dama de fuego.
-No te sientes tan superior ahora ¿Verdad? Tienes ganas de golpearme ¿No es así? Acércate, veamos de que eres capaz cuando peleas contra un igual-
-Basta Argyt-
-Ya veo cómo son las cosas, vas a defenderla una vez más-
Arzenia se encontraba en llamas, iba bajando las escaleras con la peor de las intenciones ardiendo entre sus manos, sin embargo, antes de poder lanzar el primer golpe fue sorprendida por las palabras de su amigo.
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Los ojos del jaguar.
AdventureTras la muerte de sus padres, Leaf Connor, un joven de 19 años se ve obligado a rehacer su vida en Yucatán, un mítico paraje al sureste de México, alguna vez conocido como Mayab. Poco habría de imaginar que aquel viaje de vuelta a su tierra natal...