Después de aquel enfrentamiento, nadie se encontraba de humor para asistir a las clases diarias a pesar de los problemas que esta decisión pudiera acarrear consigo. Ninguno de ellos había encontrado en sí la fuerza suficiente como para abandonar la casa, sobre todo con aquel clima de cielos grises empañados por una constante llovizna.
Al conseguir la quinta reliquia los cinco habían quedado a la deriva, navegando sin dirección en un mar de dudas sobre su futuro y el terrible vaticinio del antiguo dios que entrenó a los tres primeros en el Xibalba. Casi unánime resultó la decisión de abrir esa inusual cazoleta de barro que guardaba el último libro de la vieja deidad, el cual ahora figuraba como única pista restante.
Sólo un miembro del equipo faltó en aquella deliberación, Argyt, incapaz de ver al resto a los ojos, se había recluido en lo más profundo de la hacienda huyendo, más que de los otros, de sí mismo.
A pesar de tan importante ausencia la caja de barro fue colocada sobre una mesa al centro del salón principal mientras que los cuatro asistentes al inusual evento observaban nerviosos la superficie decorada con aquellos cuatro bloques de jeroglíficos que tanto les habían eludido hasta ahora. Para ese tiempo Leaf había logrado traducir el último bloque, Itzamnaaj Balam, nombre atribuido a uno de los gobernantes de Yaxchilan en el período clásico y según Arzy un probable nombre para Connor dado por el anciano.
-Itzamna habló sobre tiempos oscuros y una guerra divina…-
Dijo con una cierta preocupación mientras los demás observaban con alto nerviosismo por como aproximaba sus manos al estuche.
-El viejo jamás fue claro al respecto, siempre tenía que estar hablando en clave ¿Era tan difícil que simplemente nos dijera qué hacer?-
La única que parecía no preocuparse por la situación era Arzy que, a diferencia de sus compañeros reunidos a la mesa, asaltaba sin piedad el refrigerador buscando alguna bebida carbonatada y, de ser posible, una botana.
-Bueno, con algo de suerte y su último mensaje nos da algo de luz sobre el asunto-
El momento había llegado, Connor posó la mano bajo el borde de la tapa de aquel artefacto que, definitivamente sería invaluable para cualquier institución museística, y con sumo cuidado aplicó la fuerza mínima para poder levantarla. Este esfuerzo inicial probó ser infructuoso ya que el estuche aparentemente se había atascado, algo claro para todos los que observaban cómo el muchacho luchaba contra el bloque de barro. A la acción pronto se unió André quien, en su afán por ayudar, añadía un nuevo elemento a la ya cómica escena donde dos seres todopoderosos batallando con todas sus fuerzas contra una caja. No pasó mucho hasta que Arzenia, corta de paciencia, se interpuso blandiendo su arma divina.
-¿Arzy qué haces?-
-Muévanse, les voy a mostrar cómo se hace-
Aquella amenaza iba sin tiempo de espera, la chica del cabello rojo ya llevaba ambas manos sobre la cabeza para asestar el golpe obligando a ambos a soltar de inmediato el objeto. El potente golpe causó una terrible onda de choque que se sintió en toda la residencia pero, una vez el humo y las cenizas se dispersaron, el estuche se presentó ante ellos en un estado prácticamente inmaculado. Frustrada la dama de fuego levantó de nuevo los brazos pero en esta ocasión tanto Leaf como André se apresuraron a detenerle mientras Ann recuperaba el preciado artefacto.
-Se que puede sonar como algo sacado de un cuento pero creo que para abrirlo primero debemos traducir lo que está escrito en la portada-
Aquellas palabras tenían bastante sentido, sin embargo era un hecho que desde el momento de su descubrimiento habían intentado sin éxito descifrar los cuatro bloques. Esto resultaba desalentador, sobre todo por el hecho de que los tres que descendieron al inframundo y fueron instruidos en lectura y escritura del viejo idioma eran incapaces de obtener cualquier tipo de interpretación. Sin embargo la joven de ascendencia rusa aún contaba con una opción viable para develar los misterios de aquel código.
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Los ojos del jaguar.
AdventureTras la muerte de sus padres, Leaf Connor, un joven de 19 años se ve obligado a rehacer su vida en Yucatán, un mítico paraje al sureste de México, alguna vez conocido como Mayab. Poco habría de imaginar que aquel viaje de vuelta a su tierra natal...