Capítulo 14: Puño de plata

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— Mi estimada Luna, al parecer el fuego no es lo tuyo y eso me decepciona mucho

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— Mi estimada Luna, al parecer el fuego no es lo tuyo y eso me decepciona mucho. ¿Qué tan difícil puede ser, para alguien tan poderoso como tú, dominar el fugo? — Amos está molesto, llevaba días quemándome y aun no podía hacer nada con el fugo. Mi cuerpo está devastado. Tengo llagas por todo lado que intentaban sanar sin mucho éxito, porque no hemos recibido alguna ración de comida. Incluso también mi pelo también está quemado y a duras penas puedo mantener los ojos abiertos. Ya no puedo más, pero ¿acaso a él le importa eso? No, claro que no.

Las llagas de mi piel botan un líquido amarillento que confirma la infección en ellas, de hecho, he notado como Nix respira por la boca ignorando a su olfato, pues estoy segura que huelo a putrefacción. Hasta yo me siento incomoda por mi propio olor, pero es lo que menos me afecta, simplemente me hace sentir culpable con Nix, porque ella es quien tiene que soportar todo el tiempo el terrible olor que desprende mi cuerpo. Maldita sea, ya es hora de que pueda manejar el fuego, pero dudo que pueda.

Siento como Amos toma mi rostro con fuerza llevándose un quejido de mi parte. Este me mira fijamente dejándome ver su inconformidad en sus tan ya conocidos ojos negros que no hacen ni el más mínimo esfuerzo en ocultar su maldad. En un arrebato alza su mano y empieza a golpearme el rostro con demencia causado que mi nariz y boca sangren. Lo hace con tanta rabia y frustración, es como si mi fracaso le estuviera hiriendo de alguna manera. Cuando se cansa de golpearme, empieza con la tortura mental, esa que hace que cada célula de mí ser duela de una manera aterradora haciéndome revolcar en mi sitio sin importar el dolor de mis llagas. Nada importa cuando esa maldita tortura cae sobre mí. Luego, de lo que a mi parecer fueron horas, él se da la vuelta dejando libre de su maldad, hecha trizas y al borde de la inconciencia nuevamente.

Mañana nos vemos mi luna, tengo nuevos planes para ti. deja volando esas palabras en el viento mientras sus pulcros zapatos hacen eco en medio de las celdas, donde se escuchan a otros gritar, gruñir y estrellarse contra los barrotes.

Siento mi rostro palpitar y todo mi cuerpo casi arder. Los escalofríos vuelven y la debilidad me domina por completo. Me siento hinchada y apenas puedo abrir los ojos. Realmente me debo ver terrible, realmente este lugar debe ser peor que el infierno. Qué irónico, ¿no? ¿De qué me sirvió ser tan buena? De nada, al parecer, porque véanme, solo soy un desecho en medio de un tétrico infierno del que no puedo escapar.

Tiempo después, escucho como Nix se arrastra por el suelo de la oscura celda hasta llegar a mí y posar sus manos en mi cabello dándome suaves masajes entre la maraña que queda. Su delgada mano se mueve suave, temerosa. Su lastima me llega como un pequeño oasis insípido. Me reconforta saber que no estoy sola, pero me hunde pensar que solo ella se apiada de mí, aun estando en estas condiciones.

Si mis cálculos no me fallan mañana, nos darán comida. Eso hará que sanes más rápido. Dice ella con suavidad.

Su voz se escucha vacía y con la pena permeando cada palabra. A pesar de que lo dice para consolarme, el saber que pronto nos darán comida y que nos harán comerla a la fuerza, es un recordatorio de que ni siquiera tenemos el derecho de morir. Ni siquiera eso podemos decidir. No hay nada en este lugar que quede bajo nuestro albedrio.

La venganza de la luna (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora