Capítulo 25: Una visión desviada

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Han pasados dos días desde que mi mate perdió el control de sí misma

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Han pasados dos días desde que mi mate perdió el control de sí misma. Aún recuerdo el odio y el dolor que reflejaban sus ojos, mientras pretendían asesinarme de cualquier forma, menos limpia. Fue algo que me dejo por completo en blanco. Sus palabras y el odio que parecía emanar de ella, se calaron hasta lo más profundo de mí ser.

Ese día quise salir corriendo, quise esconderme, yo... de verdad tuve miedo. Me intente engañar refugiándome en la vaga excusa de que solo fue porque me tomo por sorpresa, pero yo sé mejor que nadie que me mentí estúpidamente. Realmente temí por mi viuda. Temí por morir a manos de la mujer que debería amarme y la verdad, me aterro esa idea.

Si ella me matará sería un hecho horroroso. Algo espantoso y abominable, digno del repudio masivo de todos los habitantes de Dexari. No importa cómo se vea, o en que se excuse. Matar a tu mate, a tu alma gemela con tus propias manos es algo que no tiene ningún tipo de perdón. Quizás se escude en mi abandono, pero yo... yo no la mate. Simplemente tome un decisión, y sí, soy consciente que ella sufrió por mi causa, pero no creo que eso la exima de algo si llegara a matarme. Simplemente mis acciones me condenan de alguna u otra manera, nada más.

Soy consciente de lo que hice, pero fueron las circunstancias quienes agravaron la situación. Yo no quería que ella terminara en este... estado. Pero hay algo persistente dentro de mí que me hace volver a esos tiempos una y otra vez.

Estas noches no he podido dormir porque siguen viniendo constantemente a mí, aquellos recuerdos de cuando la tuve en mis manos y la deje ir. Realmente a estas alturas ya no puedo negarlo, el remordimiento me ha estado consumiendo lentamente. El asco y el desprecio hacia mí mismo crecen cada día más, pero ni si siquiera entiendo el inicio de mi error. No importa cuántas veces repase lo sucedido. Sigo sin ver ese error mortal por el que me acusan tan severamente.

¿Es un pecado tan grande querer lo mejor de lo mejor para tu manada? Sí me lo preguntaran a mí, diría que no. Un alfa siempre debe velar por su manada. Debe hacerla crecer y evolucionar. Debe luchar para hacerla gloriosa. Sobre los hombros de un alfa recae toda la responsabilidad, y ¿cómo se asume esa responsabilidad con alguien tan débil como una omega a mi lado gobernando?

Lo que hice no responde a un capricho. Más bien responde a mi deber como alfa, a mis expectativas como gobernante, a los anhelos de mi gente. ¿Eso realmente es el peor de los pecados? Entiendo que lo de tirarla a su suerte estuvo mal, pero ¿lo anterior también? No. Si la encontré, no podía dejarla y ya. Si se convirtió en omega en vez de una beta o una delta, no podía coronarla como si nada.

Que enredo. La frustración me está calando hasta lo más profundo mientras sigo el paso de Camil, pues vamos rumbo a la manada de ellas para una nueva reunión del concejo. Una que ninguno de nosotros sabe cómo acabará, visto como fue en nuestra última reunión.

— No vayas a llegar con tus cosas de macho alfa protector y dominante, porque esta vez no creo que te perdone la vida. — Me advierte Camil sin siquiera voltear a verme.

La venganza de la luna (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora