Un bucle. Eso es lo que mejor representa mi vida en este momento. Me siento perdida en un constante devenir que siempre me deja en la peor situación posible. No hay que predecir el futuro para saber que lo me espera en este momento no es nada bueno. Lo veo en sus ojos totalmente negros brillantes de maldad. Lo veo en su sonrisa macabra y en la emoción que desborda cada una de sus acciones.
Alguna vez en el convento oír decir en uno de los sermones de nuestro sacerdote, que el dolor solo es una ilusión. Que quien cree en la gracia de nuestro señor será capaz de develar que la obra perfecta de él no es capaz de sentir dolor físico, o al menos, no se deja doblegar por aquella mundana sensación. Decía que si nos refugiamos en nuestra fe hallaremos nuestra esencia más pura, esa que nos conecta con nuestro motor, con Dios, y entonces, nada importará. En aquel entonces pensé en lo hermoso de eso, en como lo podíamos ver reflejado en Jesús, pero ahora, estando en esta situación sintiéndome totalmente desprotegida por aquel dios al que tanto he servido, solo puedo pensar en lo cruel y retorcido que suena eso. El amor de sacrificio es lo más la afirmación más cruel de mi religión.
Me siento mal de pensar así. Pero cada vez más me es difícil el pensar con mi fe intacta. No cuando las imágenes del convento vienen a mí. No cuando me veo en esta situación después de haber rezado hasta por mi propia muerte, pero supongo, que si esta es una prueba más de él para probar mi fe en él y la coraza de mi alma, he de aguantar sin escuchar los reclamos de mi turbada mente. Así que nuevamente cierro los ojos y pido por piedad, pero cuando los vuelvo abrir, sé que otra vez, no voy a ser bendecida con ella.
El demonio luce concentrado abriendo el maletín color rojo. El cerrojo resuena y sede ante una llave que saco de un collar colgante de cuello. Con concentración se toma su tiempo evaluando su interior, mostrándose tentado e indeciso, hasta que al fin saca unas pinzas largarlas y gruesas de color plateado. Con contundencia y expectación, sus ojos se mueven hasta centrándose en los míos haciendo que mi sufrido corazón se encoja un poco más dentro de mi pecho por miedo.
— Veras, mi estimada Luna. Los Licántropos tienen zonas del cuerpo que se recuperan más lento que otras. — Empieza a decir con burlesco tono — Los órganos que conllevan la agudización de sus sentidos son ágiles en sanar, pero aquellos que cumplen funciones básicas para cualquier ser viviente normal, son los que tardan más en sanar.
Su información me alarma, mientras lo veo levantarse y caminar hasta mí en un par de segundos que para mí se sintieron eternos y terriblemente temerarios. Poco a poco la angustian y el pánico van adormeciendo mis sentidos dejándome en una especie de parálisis que incluso me impide respirara con normalidad. Me siento más que indefensa. Me siento frágil, inservible, incapaz de defenderme. Me siento totalmente atrapada mientras la garganta se me cierra en un fuerte nudo que no da muestras de ceder. El demonio se arrodilla para quedar a mi altura y cuando menos lo espero clava las hojas de las pinzas en mi costado derecho justo debajo de mis costillas donde, muy seguramente, está ubicado mi hígado. Grito del dolor, por sentir mi carne siendo apuñalada, pero rápidamente más gritos salen de mi pues un ardor terrible se apodera de la zona, parecido al dolor que me generan las cadenas en mis muñecas y tobillos.
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La venganza de la luna (En corrección)
WerewolfLa venganza de la luna habla de la vida de Calipso, nuestra protagonista, quien siendo monja de un convento de su localidad es arrebatada de la dimensión mundana y llevada a la dimensión sobrenatural conocida como Dexari, donde un nuevo mundo carga...