Se siente raro. El estar al aire libre, viendo como gente se mueve de un lado para otro. No sé, debería sentirme bien, pero lo único que siento es como si yo no encajara aquí. Todos tienen una labor, de alguna manera tienen distintas rutinas que hacen de sus vidas cotidianas. Veo a los niños felices jugar con su magia mientras se corretean unos a otros. Recuerdo que cundo está en el convento amaba ir a visitar los hospitales infantiles o las diferentes escuelas a las que asistíamos como misioneras. Amaba escuchar la risa de los niños, podía pasar horas jugando con ellos, pero ahora, en esta nueva versión mía, encuentro fastidio en sus gritos, en sus actitudes caprichosas, en sus ojos impregnados de ilusiones y esperanzas.
Cansada de todo un poco, camino detrás de Alaya y Nix quienes mantienen una despreocupada conversación mientras vamos rumbo a nuestro "entrenamiento" Ellas aseguran que esto será lo mejor, aunque yo no le encuentro sentido. Yo creo que el entrenamiento crudo y poco condescendiente de Amos nos bastará para acabarlo, pero mi humilde opinión apenas y se sintió como una brisa ligera que se desvaneció antes de que cualquiera la pudiera tener en cuenta. Nix, al contrario de mí, estuvo totalmente de acuerdo con las brujas y aquí vamos. Lo único bueno de esto es que al menos voy a tener algo en que matar el tiempo, mientras estamos aquí. Supongo que el ejercicio me ayudará un poco a sobre llevar todo, no lo sé.
Supongo que eso es lo único que voy a extrañar del infierno de Amos, el no pensar en el mañana o el quehacer diario. Allí solo nos preocupábamos por... al final dudo mucho que algo realmente nos preocupara mientras estábamos moribundas en la celda. Con el tiempo hasta los pensamientos suicidas se silenciaron solo dejando las voces que nos pedía matar. Allí no vivíamos, solo existíamos. El vivir es complicado, requiere de muchas cosas y el volver a acostumbrar a vivir no va a ser fácil.
Con ese pensamiento detallo como llegamos a una parte del bosque descampada y alejada del centro del aquelarre, aquí, mujeres y hombres de todas las edades entrenan en diferentes disciplinas. Unas entrenan su magia, otros entrenan con arcos, espadas y lanzas, y otros, solo luchan cuerpo a cuerpo una y otra vez, cayendo y volviéndose a levantar. Parados en los límites se ven hombres y mujeres ya maduros quienes desde la distancia supervisan el entrenamiento, dando órdenes y demás. Todo se ve muy organizado, como es de suponer.
Volteo a ver a Nix y Alaya, pero ellas continúan caminando así que solo las sigo hasta una apartada un tanto cerca del lugar de entrenamiento de los demás. Aquí nos esperaba un hombre fornido, muy musculoso con cabello ya tintado del color plata de las canas, mientras su rostro habla de todos los años que soporta sobre sus hombros. Es un veterano, claramente. Su postura y la forma en que nos analiza me dejan saber que es un estratega. No se amedranta ante nuestra presencia como los demás, pero tampoco da muestras de desafío. Simplemente se mantiene neutro, con sus brazos relajados a su costado esperando.
— Sha. — dice sonriente Alaya. — Ellas son las chicas de las que te hable.
— Alaya, siempre es un gusto verte. — dice el hombre dando un paso al frente. — Me presento, soy Sha, comandante retirado y su nuevo entrenador.
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La venganza de la luna (En corrección)
WerewolfLa venganza de la luna habla de la vida de Calipso, nuestra protagonista, quien siendo monja de un convento de su localidad es arrebatada de la dimensión mundana y llevada a la dimensión sobrenatural conocida como Dexari, donde un nuevo mundo carga...