Capítulo 16: El inicio de la tormenta.

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Nix y yo estamos muy mal, el maldito de Amos está de mal humor y nos ha torturado a las dos hasta dejarnos en la inconsciencia, sumidas en nuestra propia miseria

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Nix y yo estamos muy mal, el maldito de Amos está de mal humor y nos ha torturado a las dos hasta dejarnos en la inconsciencia, sumidas en nuestra propia miseria. El piso frío y rugoso me devuelve lentamente a mi realidad mientras los jadeos de dolor de Nix me dan a entender que tiene pesadillas, o quizás está más adolorida que yo, no lo sé, no puedo verla por la posición en la que estamos. El sonido de la celda siendo abierta llama mi atención, porque de seguro es Amos con ganas de jodernos más, pero no es así. Una exclamación bastante aguda resuena por el lugar dejándome saber entre la penumbra de esta horrible celda, que es una hembra joven quien ha entrado por alguna razón.

¡Esto es terrible! Cuando puedo enfocar mi ahora mejorada vista, descubro que la dueña de aquella voz es una niña quien no disimula el terror que le genera nuestro actual estado.

No es que la pueda ver a perfección, además, la oscuridad no ayuda, pero puedo sentir su miedo. ¿Qué hará aquí? Claramente este no es el lugar para que una niña este. La idea de que sea un nuevo experimento de Amos me hace sentir lastima por ella. Aún es muy joven para morir y no hay otra razón que pueda justificar su presencia en este lugar, no es como que en mi mente pueda formar algo distinto a eso.

Por un buen tiempo se queda callada tratando de asimilar lo que ve. Mientras tanto Nix sigue quejándose, y yo solo la puedo ver, no puedo hacer nada más en la condición en la que me encuentro. Por los gritos tengo las cuerdas vocales jodidas, así que no puedo contestarle. A duras penas puedo mantenerme consiente.

No sé cuánto pasa, pero al salir de su impresión se acerca más cerrado la celda tras su espalda. Al verla cerca puedo tonar que trae cosas en sus manos, no estoy muy segura de que son, pero ella las deja en el suelo mientras se arrodilla cerca de las dos. La veo ver a Nix por un buen tiempo, y luego de entender de que no está muerta, me voltea ver a me fijando su vista en la mía.

Ven, te voy a limpiar.

Toma un trapo que traía húmedo y lo pasa por mi rostro, con mucho cuidado. Sus pequeñas manos casi tiemblan cada vez que intenta limpiar la mugre y los rastros de sangre coagulada de mi cuerpo. Sé que no queda contenta con lo que hace, pero ese trapo húmedo y el poco de agua que trae son insuficientes para realmente dejarnos limpias.

Frustrada se mueve para hacerle lo mismo a Nix, pero esta sigue perdida en la inconciencia. Esta vez se encarnizó más con ella, por eso está así.

Soy la encargada de traerles la comida. — dice viendo a Nix. — Se les ha prohibido a los guardias acercárseles a los experimentos, así que de ahora en adelante estaré viniendo yo en su lugar.

Su explicación me parece tierna, nadie se preocupa por avisarnos nada referente lugar a nosotras, pero ello lo intenta. Intento responderle, pero no puedo, solo logro hacer un sonido como modo de agradecimiento mientras repaso vagamente sus rasgos delicados que desvelan la inocencia de su alma. Ella es en definitiva demasiada luz para este infierno. No debería estar aquí, pero no me debería importar, al fin de cuentas, si no puedo hacer nada por mi o por Nix, mucho menos por ella.

La venganza de la luna (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora