Capítulo 22: Perdiendo la cabeza (parte 1)

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Mi estimada Luna, me decepciona el poco nivel de combate que demuestras. Claramente espero mucho más de ti. dice demasiado serio Amos. Supongo que es mi culpa, no te he enseñado bien. Tendremos que trabajar en eso.

Sus ojos me consumen por un buen rato antes de irse, como si estuviera trazando un nuevo plan macabro para hacerme aún más miserable aquí. No sé a qué conclusión llegó, pero se va dejándome en el piso con graves heridas por las que se escapa mi sangre. Hoy Amos me llevo a una especie de ring que tiene unas celdas más al fondo y me hizo enfrentarme contra unas bestias descontroladas, él las llamo Lemus. Eso fue... horrible. En medio de los golpes, el dolor y el descontrol intenté irme lejos de allí. Me cerré de pensamiento, simplemente me imagine como... como una lida y frágil mariposa que aun contra corriente recorre el campo libre, liviana y hermosa. Me imagine volando lo más alto que podía, pero entre más subía más me costaba mantener ese pensamiento, hasta que al fin, cuando las nubes se veían tan cerca, mientras el sol me calentaba más, mis alas desaparecieron dejándome caer nuevamente en mi realidad. Una donde apenas y volvía de la inconciencia completamente adolorida, pero con un sentimiento de anhelo que me termina de ahogar. Si tuviera alas y fuera tan pequeña como una mariposa, de seguro no me sería difícil irme de aquí. ¿Por qué no puedo convertirme en mariposa, si al fin ya me he convertido en todo esto?

Siento que algo caliente cae en mi boca haciendo que centre mi mirada borrosa en Nix, quien me está dando de su sangre. Sus ojos apenas y los puedo ver en medio de mi hinchazón, pero una gota igual de calidad que la sangre, pero más liviana que ella caen en mi frente. Realmente debo verme muy mal como para que una solitaria lagrima salga de sus ojos pesimistas.

Toma, la necesitas. dice ella haciéndose otra herida.

Con esfuerzo tomo su sangre para después entregarme a la oscuridad donde recordé los ojos llenos de maldad de esas bestias, recordé sus garras rompiendo mi piel, sus colmillos desgarrando mi carne. Esas cosas son terribles, pero lo que más miedo me da y de lo que no fui capaz de huir ni aunque lo intenté, es del poco raciocinio de que sus ojos mostraban. No hay vida, solo muerte, una tan hambrienta que no se mide, que no pone límites, solo lucha y lucha para lograr su objetivo.

...

Ya no asusto. Mi cuerpo reacciona ante el sueño agitándose y sudando, pero ya no me levanto temerosa de la cama. He entendió que retorcidamente mi subconsciente ha tomado la decisión de recordarme una y otra vez mi paso por el infierno de Amos. No hay nada que yo pueda hacer contra eso más que aguantar.

Volteo a ver tras la venta de mi habitación y veo la oscuridad, y entre ella veo pasar algún animal volando. Quizás un murciélago y recuerdo a la mariposa. Por un tiempo anhele tanto ser una mariposa, que cada vez que me sometía nuevamente a la tortura me aislaba en mi mente creyéndome una. Eso me duro hasta que Amos, cansado de mis fracaso y de mi aparente rendición, entro en mi mente y encontró el apartado donde yo me refugiaba de tanta crueldad y lo destruyo. Eso me dejo casi que en coma por un tiempo, pues su acción significo una invasión demasiado agresiva en mi mente, pero claramente eso a él no le importo, porque la demora fue que yo volviera a abrir los ojos para seguir con lo mismo, como un maldito bucle del cual empecé a creer en algún momento, que jamás podría salir de ahí. Entonces ya nunca puede volverme a concebir como una mariposa, por el contrario. Me sentía como gran como un elefante. Pesado, lento y encadenado.

La venganza de la luna (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora