Capítulo 4: Cena de hipocresía

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Salvajes, esa es el único calificativo que puedo darles a todas estas bestias que me rodean fingiendo orgullo, entusiasmo y amabilidad, claro, eso mientras el alfa está a mi lado mirándolos, porque de lo contrario sus brillantes ojos me ven de la ...

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Salvajes, esa es el único calificativo que puedo darles a todas estas bestias que me rodean fingiendo orgullo, entusiasmo y amabilidad, claro, eso mientras el alfa está a mi lado mirándolos, porque de lo contrario sus brillantes ojos me ven de la misma manera que me vieron aquella noche donde me arrebataron mi vida sin ningún tipo de clemencia. Por mi parte he de decir que tampoco disimulo aquella sensación invasiva que me hace apretar fuertemente los cubiertos de bronce con los que revuelvo la comida, que no es más que un gran filete de carne asado para mí, crudo para ellos, acompañado por lo que parece algunos vegetales extraños pero con sabor fresco. Todos hablan y muestran modales en la mesa como si de verdad se creyeran cultos y elegantes, solo por vestir ropas en natalidades neutras con estilos sofisticados que enmarcan sus musculosos cuerpos y endurecen más sus feroces rasgos.

En el momento en que llegue a este inmenso salón donde se encuentran tres mesas grandísimas con capacidad para servir a unas cincuenta personas cada una, traía el cuerpo entumecido por el miedo, sudaba y temblaba a la expectativa por las amenazas de la bestia que me toma y apretaba a su cuerpo con dominancia, pero cuando me enfrente a las bestias que aguardaban por nosotros en este gran salón y vi sus miradas lascivas, cuando oí sus palabras hipócritas y sus actitudes falsas, todo ese nerviosismo y miedo se convirtió en una vertiginosa tormenta de sensaciones negativas por las que solo puedo pedirle perdón a Dios más tarde, porque estoy segura que toda esta rabia, odio e impulsos violentos son pecados que poco a poco ensucian mi alma. Luego vino un gran discurso por parte del alfa quien habló sobre temas que la verdad poco o nada me importaban, yo solo esta absorta en todos los recuerdos sangrientos que me dejaron ellos, así estuve hasta que hizo algún anuncio que no escuche y provoco que todos los presentes se pararan de sus asientos y aplaudieran con fervor mientras algunos hombres gruñían con emoción. Después de eso, el alfa me tomo de la cintura con fuerza acercándome a él y me trajo acá, a la mesa central donde él se sentó a la cabeza y a mí a su derecha, después algunos omegas trajeron la comida y empezó el banque entre risas, charlas y demás, mientras yo estoy acá, sintiendo ganas de vomitar al verlos comer la carne cruda y recrearse ante el sabor de la sangre que sale fresca de sus filetes cuando, fingiendo educación, cortan con suma delicadeza sus filetes. Sus ojos en su mayoría violáceos, me escrudiñan y juzgan haciéndome bajar la cabeza a pesar del malestar que siento por sus presencias, pero realmente me siento indefensa frente a todos ellos, no tengo siquiera una oportunidad para atacarlos o para huir de aquí, solo soy una débil mujer que no puede hacer más que tragarse todas las sensaciones que la superan mientras a cuestas finge no tener ningún tipo de alteración.

Además, la situación se vuelve cada vez más complicada para mí y veo en los ojos de Talix la burla, ya que ella está sentada en la hilera frente a mi tres puesto más abajo que el mío. La veo hablar con los hombre y mujeres que nos rodean, veo como todos la respetan y quieren, veo como esta intenta llamar la atención de todos para lucirse enfrente de mi sin saber que me importa muy poco si ella es adorada por todas estas bestias que no representan nada más para mí que una manada de demonios asesinos que no merecen ningún tipo de respeto.

La venganza de la luna (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora