La oscuridad se despeja, o al menos eso pienso mientras empiezo a tener conciencia de mi misma. Lo primero que llama mi atención es un constante dolor que se encuentra punzante en mi cuello, como queriendo recordar algo, dejando en mi cuerpo una extraña sensación de reclamo y exigencia que no hace más que confundir mi aturdida y adormilada mente; aunque he de reconocer que no es el único dolor que me aqueja, pues extrañamente también siento dolores de cansancio tanto en mis muñecas como en mis tobillos. Con pereza intento abrir mis ojos, tratando de entender de donde surgieron esos nuevos dolores, pero ni bien he intentado despegar mis parpados un par de veces cunado una suave y triste voz me hace recordar que este cuerpo ya no solo es habitado por mi alma, sino que ahora tengo una monstruosa compañía conmigo.
— Lo... Lo siento mucho, no puedo sanarte porque toda esta situación me ha dejado débil, además, las cadenas de platas nos hacen mucho daño.
Aquella loba habla en mi mente haciendo que la realidad me caiga como un muro de concreto. Con rapidez abro los ojos y puedo ver gracias a luz de dos antorchas como grandes cadenas plateadas, sucias y en extremo gruesas me mantienen sujeta a una gruesa y rugosa pared mugrienta. Trato de moverme pero el peso de las cadenas me imposibilitan casi todo movimiento, además, solo hace falta un pequeño movimiento para que las cadenas lastimen severamente mi delicada piel. El palpitar de mi corazón empieza a agitarse cuando mi mente abrumada logra reconocer este lugar como algún tipo de celda, donde la humedad, las sospechosas manchas oscuras y los turbios olores fuertes hablan de su arduo trabajo durante años. Asustada entro en pánico sintiéndome atrapada, sintiendo el peligro latente en todo el pequeño espacio de esta celda, la amenaza está inscrita indirectamente en todo el lugar logrando hacer mella dentro de mi débil ser que empieza a temblar por el miedo y el dolor. Realmente no entiendo nada, no entiendo que paso con aquellos lobos, tampoco sé porque aquel sujeto de ojos rojos no me mato a pesar de mi suplica, porque me trajo acá, con qué fin. Por qué la vida parece burlarse de mí y me mantiene atada a este infernal mundo que amenaza y tortura mi existir sin permitirme, aunque sea por un acto de bondad, pagar mi destino con el fin de mi vida.
Dios mío, ¿qué he hecho para merecer esto? ¿Acaso mi devoción no fue recibida con gracia por ti? Viví, serví y me consagre en tu nombre, ¿no merezco acaso un poco de compasión, aunque sea para descansar en las profundas sendas de la muerte?
No fui una persona perfecta, lo acepto. Pero tampoco recuerdo haber cometido un pecado tan grande que sea incapaz de recibir perdón por parte de Dios, no entiendo porque yo, de todo el resto de la humanidad, termine en un lugar como este, a merced de seres poco racionales que lo único que hacen es actuar acorde a su crueldad y a su bestialidad. Siempre fui una joven silenciosa dispuesta a seguir la reglas de la iglesia, dispuesta a trabajar en nombre de Dios por aquellos que más lo necesitaban, siempre fue aquella que rezaba tres veces al día de rodillas en la capilla, siempre fui aquella que se acostaba soñando y sintiendo amor por mi dios, por su legado, por su palabra; entonces, ¿Por qué el destino se empeña en hacerme sufrir? ¿No fue suficiente ver como a los ocho años de mi vida mis padres morían frente a mí dejándome huérfana y sin algún familiar cercano en un mundo codicioso y calculador? Aquella vez casi me acaba el dolor, pero la esperanza del amor de Dios, y sus promesas de un paraíso me llenaron el alma, me dieron un sentido y con mi mayor lealtad me hice fiel a él, renuncie a cualquier distractor y viví únicamente para ser su sierva.
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La venganza de la luna (En corrección)
WerewolfLa venganza de la luna habla de la vida de Calipso, nuestra protagonista, quien siendo monja de un convento de su localidad es arrebatada de la dimensión mundana y llevada a la dimensión sobrenatural conocida como Dexari, donde un nuevo mundo carga...