Los nervios y el miedo me consumen. Desde por la mañana en que Rugelia me levanto con suma emoción mientras corría de un lado para otro con su sonrisa de par en par trayendo comida por montones y con sabores exóticos argumentando de que debía estar fuerte para cuando la Luna en todo su esplendor nos arropara con su platina luz, supe que algo malo pasaría. Toda la mañana se la paso haciéndome masajes, dándome un baño con jabones con olores suaves y tendedores, para después hidratar mi piel con aceites suaves. Después del almuerzo, me dejo descansar una siesta para después con esmero empezar a arreglar mi pelo, a perfumar mi piel y ponerme aquel vestido revelador que no era más que un capa de tela blanca delgada con solo unos refuerzos de tela en la parte donde mis modestos pechos se encontraban; lo demás iba suelto entre cortes extravagantes que dejaban ver parte de mis piernas resplandecientes gracias a los aceites. Cuando el sol empezaba a ponerse se me permitió verme en el espejo, y el reflejo de este no me gusto. Mis ojos cafés parecen brillosos y no de felicidad si no por las ganas de llorar que he tenido que aguantar durante todo el día, mi rostro al igual que el reto de mi piel luce extrema hidratación junto con un brillo tenue dorado que me hace brillar sutilmente con autonomía. El extravagante y ligero vestido, aunque largo, no cubre mucho en realidad, tiene un estilo que en la tierra se asociaría con alguna civilización antigua, pues se arrastra por el suelo pero al mismo tiempo tiene dos aberturas delanteras que nacen casi desde el inicio de mi muslo, por lo cual, al caminar mis piernas saldrán por aquellas aberturas mostrándose más de lo que a mí me gustarías, por otra parte, aquí no parecen usa de ropa interior más que un pequeño trozo de tela de algodón con forma de panti tipo bikini que se ajusta solo lo necesario para no caerse, de sostén no hay rastros, por eso el vestido tiene refuerzo de tela en esta zona donde se cuben mi pechos y se ajusta un poco el inicio de mi cintura resaltando mi ligera figura. Por otro lado mis brazos trenzados con tiras que nacen desde los costados del vestido justo a la altura de mis pechos; estas cintas están hecho con un tipo de tela mucho más transparente que pareciera no robarle protagonismo a mi piel brillante. Subo un poco más la vista y encuentro mi cabello dorado recogido en una coleta alta que deja al descubierto mi cuello; vuelvo la vista a mi rostro y noto como cierta palidez se escapa del brillo del aceite mientras mis pequeños labios parecen temblar mientras un coqueto color rosa del bálsamo que me aplico Rugelia los hace resaltar.
Ante esta imagen mi corazón se crispa más. El miedo me recorre haciéndome apartar del espejo reconociendo solo de mí el temor, del resto, parece como si frente a mi hubiese una nueva versión mía, una que yo sé que jamás llegare a ser, porque sería un insulto para mis creencias. Porque hoy, pareciera que con simpleza la extravagancia está impregnada en mis poros haciéndome lucir pecaminosa como una diosa.
Dios hay solo uno, no pienses tonterías.
Mi conciencia me recrimina haciéndome sentir peor. Pero presa del pánico no sé qué hacer, todo el día le he dado vueltas al asunto de la marca y no llego a alguna conclusión y razonable ni fantasiosa y aunque ha interrogado a Rugelia, esta solo me devuelve su sonrisa emocionada e ignora mis desesperados intentos por sacarle información, cosa que me hace sospechar a un más sobre qué tan terrible es aquello para lo que me están preparando. Realmente quisiera correr, escapar y volver a mi simple habitación del convento, pero aquellos anhelos se quedan colgados en mi imaginación porque mi débil cuerpo me hace sentir como un pequeño conejito en medio de feroces lobos que solo se alentarían más si lo ven corriendo a toda marcha por ahí sin rumbo fijo, sabiendo que es cuestión de tiempo que caiga en algún feroz hocico, para luego ser rematado por poderosas garras capaces de desgarrar carde como si no fuese más que un trozo de papel delgado.
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La venganza de la luna (En corrección)
WerewolfLa venganza de la luna habla de la vida de Calipso, nuestra protagonista, quien siendo monja de un convento de su localidad es arrebatada de la dimensión mundana y llevada a la dimensión sobrenatural conocida como Dexari, donde un nuevo mundo carga...