Capítulo 15: La calma antes de la tormenta.

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— Mi estimada Luna, ¿cómo está el día de hoy? pregunta burlón Amos.

Por mi parte solo tirito de la hipotermia, el frio es casi que insoportable. Hay zonas de mi cuerpo que no siento, mientras el resto de mi cuerpo está sobre hidratado luciendo rugoso. El desgraciado me metió en una compresa de metal llena de agua dejándome inmovilizada en esta, para según él, de esta forma aprenda a controlar el agua. Esta es su nueva obsesión desde que, no hace mucho, aprendía a dominar algo de fuego. Realmente parece un maldito niño cruel. Se emociona ante cualquier cambio o novedad, y no soporta en lo más mínimo el sentimiento de frustración, además, su imaginación vuela y siempre trae ideas nuevas de tortura que no duda en recrear con nosotras, mientras una sonrisa de satisfacción siempre adorna su insufrible cara.

Mis dientes chocan violentamente y siento mi cuerpo entumecido y arrugado, mi pulso es débil, tengo poca energía porque hace nada he vuelto a estar consciente, además, mi respiración es muy lenta causando que me falte el aire. Incluso siento mi razón irse y volver, poco o nada es lo que puedo enlazar en mi cansada mente. Incluso llego a pensar que todo es esto es un interminable bucle que me mantiene presa sin ánimos de querer soltarme.

Me siento cansada, esto completamente agotada. No sé cuánto más pueda estar metida entre el agua. No sé cuánto más pueda vivir en este martirio. Ya no quiero más, ya no soporto más., ¿Por qué tengo que aguantar esto? ¿Por qué no tengo ni la más mínima posibilidad de ser libre, al menos para acabar con esta amargura? ¿Qué sentido tiene seguir viviendo?

No te voy a sacar de ahí hasta que hagas algo con el agua, así que, si yo fuera tú, me esforzaría un poco más. Mírate, parece que te gustara estar así. — Canturrea burlón mientras se sienta en la camilla que está siempre al lado de la reja, lejos de nosotras, y donde nos hace sus atrocidades disfrutando de sus acciones como un desquiciado.

Maldito infeliz. Murmura Nix con un gruñido.

Al escucharla trato de mantenerme cuerda porque sé cómo es Amos. No tolera escuchar alguna ofensa en su contra, ni el más mínimo comentario que no lo complazca. Su temperamento empeora cuando eso sucede, y hasta yo temo cuando eso sucede.

Se toma su tiempo. Lo veo, lo analizo sabiendo que no va a dejar pasar ese comentario, y en medio del doloroso frio y lo maltrecho de mi cuerpo, la preocupación por ella empieza a despertarme de a poco, pero no es lo suficiente como para dejarme mover. Sonríe. Lo hace con humor, creo yo, pero sus ojos demuestran lo poco feliz que esta y eso nos lo deja saber con un movimiento rápido que es la estimulación que quizás me faltaba. Inmediatamente Amos cambia su expresión burlona por una seria y retorcida dejando entrever su enojo más claro. Todo el ambiente se ha tensado bajo su cambio brusco de humor. La oscuridad parece deseosa de verlo hacer arder el lugar y él, claramente no la hará esperar.

La venganza de la luna (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora