Sus duras palabras me atraviesan hasta lo más profundo, sintiéndose como dagas que perforan no solo mi corazón, sino también mí fe. En mi interior, poco a poco se va formando un batalla donde se libra mi creencia en Dios, pues una parte de mi rechaza la idealización y mi idolatrara hacia él, pero la otra parte se aferraba a mis creencias porque, ¿si no creo en Dios quien me va a salvar? Dejar de creer en él y en todo lo que él simboliza me dejaría en medio de la nada, sin esperanza, sin guía, sin un camino trazado el cual seguir.
Para una mujer como yo, Dios lo es todo. Provengo de un mundo donde su palabra fue base para delimitar lo que es bueno y lo que no lo es. Aceptar las palabras de esta mujer sería quedar en ceros, en medio de una confusión sin límites que me tragaría viva sin pensarlo. Dios para los que creemos en él lo es todo, es guía, fin, modelo, justicia, esperanza... Dios es la base de todo y renegar a de él no solo es una decisión de creencia e idolatría, por el contrario, simboliza un nuevo direccionamiento que entraría a cuestionarlo todo. ¿Para qué hacer el bien si no hay algo más allá de la muerte? Da igual. La moralidad, la ética, el sentido común caen si Dios muere, si se demuestra que no hay una promesa de salvación, que no hay un perdón divino, que no hay un ser omnipotente que nos ama tanto como para sacrificarse el mismo. No hay nadie que nos vigile, que nos juzgue, que nos aparte y nos proteja de aquellos que tienen el alma corrompida de maldad.
Yo fui criada por las monjas del convento después de que mis padres biológicos hayan muerto en un accidente de tránsito dejándome huérfana y sin familiares. Las hermanas se preocuparon por mí, me cuidaron y protegieron, me acogieron en sus creencias. Jamás había dudado de Dios, pero en estas circunstancias, las dudas carcomen mi débil ser. Dejar ir mi fe significaría rendirme por completo y sin alguna esperanza en este despiadado mundo.
Padre, ¿en verdad eres único y omnipotente?
Un gemido agónico de la mal herida de Nix me hace centrarme en ella nuevamente. Luce incomoda y débil, casi al borde de la muerte. Con sumo cuidado tomo su cabeza y lentamente la llevo a mis piernas sintiendo el dolor y la frustración por no poder hacer nada más útil para ayudarla, aunque sea para alivianar un poco su dolor. Es más, ni si quiera puedo hacer lo más básico como limpiar sus heridas y protegerlas de futuras infecciones que, en un lugar como este, no serán difíciles de coger. Pero no hay nada. Solo me puedo limitar a quedarme a su lado sintiendo sus temblores y escuchando de vez en cuando sus gemidos lastimeros que hablan del gran dolor que la debe estar aquejando. Un escalofrío me recorrer. Sí esto le hizo a ella, ¿qué me espera a mí? El nudo lleno de miedo me vuelve a cerrar la garganta y tiemblo un poco al ver como mi futuro se vuelve cada vez peor.
— Creo... creo que si la podemos ayudar, aunque nos debilitaríamos un poco más. — habla dentro de mi aquella voz que ahora reconozco como la loba que llevo dentro de mí.
— ¿Cómo? — pregunto al aire suave para no perturbar a Nix, aunque esta abre levemente sus ojos viéndome con desconfianza.
— Ella es una vampiresa, si le das un poco de nuestra sangre ella podrá recuperar un poco de energía para que pueda sanarse así misma más rápido.
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La venganza de la luna (En corrección)
WerewolfLa venganza de la luna habla de la vida de Calipso, nuestra protagonista, quien siendo monja de un convento de su localidad es arrebatada de la dimensión mundana y llevada a la dimensión sobrenatural conocida como Dexari, donde un nuevo mundo carga...