ONCE

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—Amo —Interrumpió Paimon nuestro momento—

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—Amo —Interrumpió Paimon nuestro momento—. Los sadem se quedaron dormidos, ¿qué haremos?

Esa pregunta nos dio motivo para volver a mí habitación, en esta ya no está el piano y todo se nota más limpio. Sam tensó su mandíbula, de un chasquido convirtió a Paimon en un caracol.

—¡Eso te pasa por interrumpir algo que no debías! —Determinó Sam con semejante cólera.

El esmeralda soltó un quejido y se tambaleó

—¿Necesitas algo? —Le pregunté con tono preocupante.

Él negó con la cabeza y tomó una postura firme, mostrando su elegancia sin esfuerzo.

Quedé boquiabierta al ver a los siete demonios en fila, con excelente postura, ellos muestran un saludo con la mano en la frente. Se trata de dos mujeres de cabellos dorados, con ojos de color rojo carmesí. Cinco hombres de cabellera roja, ojos oscuros como la noche. Las chicas usan túnica negra y los caballeros de color rojo.

Sam puso su mano en el pecho en forma de saludo y yo para saludarlos, hice un gesto con la mano.

—¡Muchas felicidades! —Exclamó uno de los sadem—. Usted es nuestra ama también, ¡danza de alegria!

Entrelazaron sus brazos y una canción medieval se escuchó. Comenzaron a brincar de alegría y cantaron en un idioma que no entendí.

—Espero que afuera nadie lo note —Murmuré con preocupación.

Sam me escuchó y negó sonriendo burlón.

—El tiempo aquí está detenido.

Me sentí más segura por ello. Un integrante sadem nos metió dentro de un círculo para bailar.

—¿Qué es ese sonido? —Cuestioné a Sam, refiriéndome al compuesto de la melodia.

—Es la vihuela que hace un juego con la axabeba, la guitarra morisca, la dulcema y el  salterio —Respondió alegre.

Los aplausos me motivaron a continuar, hasta los servidores se unieron, terminamos con un gran grito de victoria.

—Un honor tenerla como ama —Señaló uno de ellos.

De nuevo, hicieron reverencias al compás. Todos se presentaron y se sentaron en círculos, los acompañaron los servidores y prestaron atención a Sam como si esperaran instrucciones. Un pizarrón apareció de un chasquido. Justo al momento de comenzar la conferencia, fue interrumpida por pequeños gritos agudos, busqué aquel llamado, era el caracol  Paimon. Solté unas risillas y lo tomé con mis manos.

—Puedes comenzar, amor —Le dije risueña.

Él asintió con la cabeza.

—Muy bien —Comenzó diciendo, haciendo ademanes cálidos—. Les agradezco porque han asistido. Como saben, no podemos atacar al maldito de Astaroth ya que luego irá de llorón con Dios así que se dejará a un lado, ¿por qué les digo esto? Sé que querrán atacarlo después de contarles que, hice un trato con Astaroth, pues él iba a atacar como lo hizo tiempo atrás, entonces nos dejará en paz a cambio de no utilizar poderes, para terminar con la corrupción y el gobierno del mayor de tabvilla. Luego planearé algo para acabarlo, por el momento no hagan rebeldías y mantengan la calma, aunque el tratado a llegado a algo pacifico —Hizo entre comillas, y continuó diciendo—: Sé que no han cumplido con esa palabra. Recalco el propósito de la reunión, tomar poder en tabvilla. Así que a partir de las tres de la tarde, se alistarán como personas normales, tendrán armas por cualquier cosa, utilicen su manipulación para llevar gente al kiosko del pueblo, estaré esperándolos con mi pequeña quien dará un discurso para convencerlos. Los servidores arreglarán todo el equipo de sonido. Tenemos ventaja en que los habitantes no asistirán al funeral de la muerta, así que hagan lo mejor para llevar el plan acabo. Por cierto, agatión, dame las llaves del inframundo que le robaste a Astaroth. Dije que no se utilizarán poderes, es más, usen estos collares, sí desobedecen, una carga eléctrica los recorrerá por todo el cuerpo.

Nuestro pacto (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora