Ser pobre, ser humillada y sufrir por un amor, ¿es justo?
¿Cuál sería tu respuesta si un ser sobrenatural te propone un trato?
¿Darías tu amor a cambio de tus deseos?
¿Sin importar que puedas morir?
¿Vas a huir o a confiar?
No, no medites las respue...
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La explosión hizo que todos cayéramos al suelo. Nadie supo con exactitud lo que provocó aquel incidente pero yo acerté cuando supuse que el tipo era un demonio, sus ojos cambiaron de color ante su enojo.
Me levanté con dificultad. Por suerte nadie murió y todos los demás también se levantaron, atónitos pero lo hicieron. Reaccioné horrorizada al ver ese compañero quejoso, está tirado muerto en el suelo sobre un charco de sangre. Quedé como payasa al pensar que nadie murió. El profesor se acomodó su fina ropa con una gran sonrisa victoriosa en sus labios.
Entrecerré mis ojos y le di mí mirada más asesinadora. Él se dio cuenta y me miró como diciendo: lo siento.
—¡Profe!, debemos hablar a la dirección, ¡o que hagan algo! —Gritó la chama castrosa del salón.
—¡Salgan todos antes de que el salón se derrumbe! —Reprochó el profesor con falso tono preocupado.
Y como los demás en realidad sí están asustados, salieron de inmediato. Yo no quise hacerlo, llega un momento en que uno se acostumbra a lo que sucede en la vida cotidiana, esto es lo más normal que puede suceder.
—Su alteza real, salga antes de que suceda algo malo.
—¿Antes de que suceda algo malo?, ¡¿no estás viendo lo que hiciste?! —Sobe mi sien, debo mantener la calma—. Ni siquiera te conozco, pero eso sí, soluciona esto antes de que se haga un gran escándalo.
Le di una última mirada con enojo y salí del salón. Esta gente me retrasa en mis estudios.
A todos los alumnos nos dejaron en la plaza cívica escolar, según un supervisor nos darían otro salón. Me senté un poco alejada de todos pero eso pareció ser un llamado de: ¡ey!, vengan a mí que estoy aburrida.
"¡Señora asmodée!, ¿qué se siente ser mayor?, ¿no mezcla sus estudios con la escuela?, ¿por qué sigue aquí?, ¿no debería estar trabajando?, las personas esperan que les informe de gastos y trabajo. No debe estar aquí, afuera la necesitan".
Muchas y más cosas como esas me preguntaron mis compañeros, sentí mí cabeza palpitar por un leve dolor. A final de cuentas ellos tenían razón. Intenté responder a todas las preguntas, hasta que casi caigo mareada pero alguien más me detuvo por detrás.
—Necesitas descansar, Darlyn.
Dalio es quién me ayudó. Los demás hicieron bulla por tal cosa que sucedió. Dalio no les dio importancia, pidió que hicieran paso y me llevó alejado de todos, justo casi a la dirección. Nos sentamos en unas bancas que se encuentran debajo de un árbol.
—¿Necesitas que compre pastillas o algo en especial? —Sobó su cuello con pena, me miró con nostalgia—. No te ves bien.
Sacudí un poco la cabeza. Hice un ademán de sin importancia.
—No te preocupes, ya estaré bien —Le sonreí de boca cerrada—. Gracias por ayudarme.