VEINTIDOS

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No tardo tanto para que llegara aquella persona

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No tardo tanto para que llegara aquella persona. Se trata de un tipo más o menos de la edad de Samael, tes trigueña clara, ojos cafés oscuros y cabello rizado que le llega a los hombros.

—Muy buenos días, soy Yar —Extendió su mano y sonrió amigable

Arqueé una ceja.

—Un gusto en conocerle, soy Darlyn Bell.

Sonreí.

—Ya no llevas el apellido Bell, debe ser Asmodée —Corrigió.

En ese caso suena mucho mejor.

Ninguno de los dos dijo algo más pues Yar al ver a Samael, se le inclinó preocupado. Parece que lo escaneó con sus manos, hizo una mueca de enojo.

—¿Un tal Paimon y Astartea le dieron energía? —Preguntó bajo.

No supe sí aquella pregunta me lo hizo a mí o a alguien más. Murmuré un sí. Yar hizo una mueca de disgusto, su rostro se muestra molesto.

—¿Significa algo malo?

—No es por preocupar, cuñada. Pero significa algo muy malo —Respondió simple.

Abrí los ojos con preocupación.

-—Siento que pasa algo malo porque hay malas energías. Astartea no es de confiar, ella se ve la tóxica o buena y amable pero engaña tanto, por lo que veo ese tal Paimon hace lo mismo — Bramó—. Ambos al darle de sus energías a Samael, lo están debilitando porque no le comparten, le quitan. Igual, por eso tuve problemas con la mía y de paso ambos nos estamos volviendo torpes con nuestros instintos. La única solución es que yo vuelva a mí misión de protección y Samael a la suya.

Solté un chasquido con la lengua, esto sí me preocupa tanto. No quiero que eso pase porque podría perder a Samael sí vuelve a ser esa tal persona sádica. Cerré los ojos. Sentí unas lágrimas salir, ¡maldita sea!, no quiero perderlo, me niego hacerlo. Ni sé por qué me invade una tristeza. Es que lo aprecio tanto. Sequé las lágrimas.

—Bien, que así sea —Dije con todo dolor de mí corazón.

—Nada de eso se hará —Escuché decir por parte del avellana.

Yar al verlo se alegró.

—¡Pero sí aquí está alitas de pollo!

Se levantó a abrazarlo hasta cargarlo. El ángel sonrió dulce.

—Igual te extrañé tanto, Yar.

Ambos se quedaron viendo fijo. Relamí mis labios porque no me podría negar a shippearlos.

Estoy contigo, claro que sí. Sería como la chaparrita tóxica con el tipo alto de uno noventa y tantos. La pareja perfecta.

Ellos me miraron avergonzados.

Nuestro pacto (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora