CUARENTA Y DOS

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—¿Te ha quedado claro el plan, pequeña?

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—¿Te ha quedado claro el plan, pequeña?

—Me ha quedado perfecto.

—Bien, chicos —Dijo Samael a todos los presentes—: Tenemos menos de veinti cuatro horas para detener el apocalipsis.

El apocalipsis, así le nombramos a la misión. Los demás asintieron y salieron para cumplir su función. Haniel, tiene que vigilar las espaldas de Yar por sí este se encuentra en peligro, Yar va a mantener entretenido a Michele. Camael me cuidará de todo peligro mientras acompañamos a Samael —Claro que no le iba a dejar solo— al esmeralda le tocó una de las misiones difíciles de nuestra situación: sacar los secretos más oscuros de Abahel, la novia de Michele, para así obtener lo que queremos.

Por desgracia aún tenemos que actuar como sí nada, estamos en la residencia de Michele, él no tarda y vendrá para la hora de la cena, tenemos fe en que no se dará cuenta.

—Tranquila, pequeña —Mencionó Samael cuando quedamos a solas.

Por alguna extraña razón, mis manos sudan tanto. Samael las tomó con una sonrisa burlona entres sus labios, se acercó para dejar un beso en mí frente. Alguien por el otro lado, tocó la puerta de la habitación.

—Pasa —Avisó el demonio.

—Buenas noches —Habló michele—: Vayamos a cenar.

—Ya vamos.

Michele salió de la habitación.

—es hora de estar tranquilos, pequeña, no tarda Yar nos ayudará.

Asentí con la cabeza. Samael tomó mí mano y nos llevó a planta bajo. Se trata de un comedor enorme. Todo este lugar es un palacio lleno de lujos. La comida fue servida por el mismo dueño, me sentí un poco extraña por eso. Samael tomó el lugar de una cabecera, quedando en frente del arcángel, yo quedé a lado de mí pareja. Me siento un poco nerviosa por este momento, es incómodo para mí.

—¿Por qué no tienes servidores, Michele? —Pregunté con curiosidad.

Podré morir de incomodidad pero eso no me quita la oportunidad de ser comunicativa.

—Yo puedo hacerlo, no necesito gente —Respondió con tono cortés aunque sus palabras no lo son ni un poco.

Nos dedicamos a comer en un silencio, por lo menos puedo decir que los alimentos son exquisitos, jamás había consumido un postre deliciosamente dulce. Le iba a comentar a Samael que tan delicioso me pareció pero él terminó dormido sobre la mesa.

Me causó un susto el acto, observé los alimentos de nuevo, con el mismo sentimiento. Luego miré a Michele, él tiene una reacción de extrañeza justo como yo, se levantó de inmediato y movió a Samael.

—As, ¿estas bien?, as...

Y samael no despertó. Michele acomodó su cabello hacia atrás, con mucha frustración. Me siento tan mal, desesperada, esto no es parte del plan, —A lo que yo recuerdo—, pero, no debe esto estar pasando.

Nuestro pacto (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora