DOS

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Esta mañana, en la carretera principal de nuestro lindo pueblo, hubieron lluvias de piedras, salieron cuatroscientos muertos y ciento cincuenta heridos

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Esta mañana, en la carretera principal de nuestro lindo pueblo, hubieron lluvias de piedras, salieron cuatroscientos muertos y ciento cincuenta heridos. Según estudios fue una descomposición ambiental, pues las contaminaciones han aumentado. Se les recomienda estar abrigados, habrán fuertes fríos, no se les olviden salir con paraguas y tengan cuidado. Pídanle al señor para que nos proteja, sobre todo; no se les olvide pasar a pagar a la cuenta bancaria del mayor porque estos daños no se pagarán solos.

Arrugue mí nariz molesta y apagué la televisión.

—Estos daños no se pagarán solos—Repetí molesta en voz alta—, ¿Y quién diablos es el pueblo para ser responsable de cosas, que el estúpido presidente puede arreglar? Maldito corrupto.

Me molesta demasiado que utilicen la religión como chantaje para sacar dinero y provecho de los demás. Nadie lucha para salir adelante porque tienen miedo a las consecuencias que haga el gobernante, quién obligó a todos llamarlo el mayor. Lo único que tiene de mayor es no tener vergüenza ante los robos que hace.

—¡Darlyn! ¡¿puedes decirme que demonios ha pasado?! —Escuché a mi padre gritar, desde su habitación con desesperación.

Salí de golpe para ir a verlo. Está sentado en su cama con el entrecejo hundido.

—Recuerdo que íbamos camino a la escuela, unas cosas cayeron del cielo, algunos gritaban, lloraban y corrían desesperados, nosotros hicimos lo mismo pero te caíste, te levanté, sucedió lo mismo, una persona nos ayudó y no sé que más —Se llevó su mano a la barbilla, entre risas siguió narrando—, ¡Eso estuvo muy loco! Sentí vivir en una película de superhéroes, ¿sabes, hija? ¡nos hubiera rescatada Superman! Luego hubiera aparecido mujer maravilla, así yo iba a tener la oportunidad de conocerla y que saliéramos juntos, ¿no crees que sería de lo mejor?

No quería que su sonrisa optimista desapareciera pero tengo que ser realista.

—Papá, desafortunadamente eso no sucedió, y otra cosa; más respeto para mí mamá, que descanse en paz.

Él rascó su cabeza.

—No quería ofender, ya sabes, quiero darle humor a algo tan jodido.

Desvío su mirada, sonreí de oreja a oreja.

—No te preocupes, lo entiendo.

Alcé mis pulgares para no poner mal el ambiente.

—Entonces vamos por unos tacos que hace hambre, después vamos a tu escuela por si dan algún aviso estudiantil.

—Deja voy por mí mochila.

Salí de su habitación y me puse a buscar la mochila hasta en el baño, después recordé que se quedó en el carro. Al salir del cuarto me topé con mi padre. 

—Acabo de recordar que el carro fue dejado en la carretera —Se encogió de hombros y agregó—: Ni modo, hija, tendremos que caminar.

Se adelantó a bajar. Bufé molesta y le seguí. Me sorprendí al salir, pues el auto apareció afuera como si nada, de hecho, nuestra casa se ve sin ningún rasguño, no como las otras que por mal, están dañadas y destruidas. No sé sí seguir contenta o sentirme mal porque a los demás no les pasó lo mismo que nosotros. Subí al asiento del copiloto.

Nuestro pacto (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora