ᏟᎪᏢᏆ́ͲႮᏞϴ ᏙᎬᏆΝͲᏆΝႮᎬᏙᎬ

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"ɮɨɛռʋɛռɨɖa aʟ ɨռʄɨɛʀռօ, ċaʀɨñօ."

Seguíamos cayendo, no era consciente de cuánto tiempo llevábamos así, ni mucho menos de cuanto faltaba para tocar el piso. En mi interior habita un remolino de emociones, no sabía cómo sobrellevarlas, abrí mis ojos encontrándonos cubiertos por la pesada oscuridad, para mi sorpresa, por encima del ruido del aire al caer, escuché un aleteo brusco y comenzamos a caer más suave. Sospecho que ha sido Belial el causante de esto, algo me dice que ha sacado sus alas, aun no logro ver si estoy en lo correcto.

Segundos después tocamos tierra, aquí abajo no era como lo pintaban las personas, hace muchísimo frio que me tengo que abrazar a mí misma para darme calor, al soltar el aire apareció el vapor, deshaciéndose en el aire. Caminé un par de pasos, percatándome que del cielo caían pequeñas cosas, como nieve; estiré la palma de mi mano y una de esas hojitas cayó en ella, la detallé fijamente, dándome cuenta que es ceniza. Enfrenté de nosotros se encuentra un enorme portón de concreto, con cadenas asegurando la puerta.

—Es la entrada —se acercó a las cadenas y con una llave que sacó de su bolsillo del pantalón, empezó a quitar la llave de las cadenas, al abrir el candado las cadenas cayeron bruscamente al piso. Empujó la puerta y esta hizo un ruido parecido al gruñido de un animal, al estarse abriendo, con una seña me indicó que entrara, comencé a caminar y atravesé la puerta. Bajé la mirada a mis pies, encontrándome con las cenizas deshaciéndose al tocar el piso.

Del otro lado había un inmenso pasillo que se perdía en la oscuridad, tan largo que parecía no tener fin, con puertas a los costados.

—¿Qué hay en esas puertas?

Avanzamos a la par por el pasillo, cada puerta tenía un número.

1... 2... 3... 4... 5... 6...

—Del otro lado de cada puerta hay una habitación utilizada para castigar y torturar a los pecadores, en las habitaciones cerca de la entrada tienen torturas leves, mientras avanzamos los castigos aumentan de dolor.

Tomé la perilla de la puerta que tenía a lado de mí y la giré, tratando de abrirla y ver que había del otro lado.

—No te recomiendo abrir esa puerta, te conozco y sé que no podrás superarlo.

Me paralicé y apreté mi mano a la perilla.

—¿Qué hay del otro lado? —miré fijamente la puerta, como si pudiera atravesarla con la mirada y saber qué es eso que no podré soportar, por una parte, tengo miedo, por la otra me pica la curiosidad.

—En esa habitación se castigan a las personas que no son bautizadas —hizo una pausa, y después agregó—: mayormente los que no alcanzan el bautizo son recién nacidos y bebés. Se que puedes imaginar lo que ocurre del otro lado.

Me estremecí al escucharlo, mi corazón se quebró en pedazos al imaginar el daño que pueden hacerle a los recién nacidos que no alcanzan a ser bautizados, quisiera abrir la puerta y detener lo que suceda en esa habitación. Lentamente me separé de la puerta, con un nudo en la garganta, sin decir nada y con la mirada perdida retomé el camino.

El ánimo que tenia se desvaneció, dentro de mi apareció ese vacío que te impide sentir algo más que desolación.

—¿Por qué los castigan? —cuestioné con la voz casi quebrada.

Fall To HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora