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28 ᎠᎬ ᎪᏀϴՏͲϴ ᎪÑϴ 1999

Durante la rebelión, tres ángeles fueron castigados reinando el infierno. Sus decisiones tenían consecuencias, pero para ellos reinar el infierno era un lujo, disfrutaban la tortura, escuchar suplicas, gritos de dolor. Mientras los humanos seguían llegando, uno a uno, sin fin. Para ser castigados por sus delitos.

Gritos retumbaban en ese paraíso demoniaco, sin embargo, uno sobresalía de manera notoria. Judas era cruel e inhumanamente castigado, ¿su pecado? Traicionar. El ambiente se mantenía gélido, capaz de causar hipotermia a cualquier humano.

Los tres demonios se encontraban sentados en hilera, disfrutando los alaridos de dolor por parte de las personas que estaban siendo torturadas.  Cada persona que se encontraba en esa sección había pecado por traición y su castigo era estar en distintas posiciones, mientras el hielo les tapaba sus extremos. A diferencia del resto, el pecado de Judas era más grave que el de otros, por ende, su castigo era aún peor; un salvaje cerbero de tres enormes cabezas —de dónde unos cuernos de casi cuatro metros de largo salían—, con colmillos tan afilados que despedazaban hasta lo imposible, se encontraba devorando a Judas, una y otra vez. Castigándolo por su traición, su traición a Jesús.

Los tres demonios observaban el sufrimiento de los pecadores, los miraban hechizados, complacidos por los potentes gritos de arrepentimiento y dolor. El sufrimiento se reflejaba en los ojos de los pecadores, pero nada evitaba ser hundido es el hielo.

Hasta que una voz femenina los distrajo de su diversión.

—Belial ¿podemos hablar?

Los tres demonios giraron su cabeza a la par, de una manera casi tenebrosa. El demonio que fue llamado se levantó de su trono y se dejó caer al suelo, el cual quedaba a casi diez metros abajo. Al tocar el suelo sonrió, había quedado impecable después del aterrizaje, delatando el poder que lo caracterizaba.

Se acercó a la mujer deteniéndose a unos pasos frente a frente.

—¿Qué sucede?

El demonio no paso por alto el brillo de emoción junto al de preocupación que mostraban sus orbes azules.

—Necesito cobrar el favor.

El demonio asintió en señal de que su amiga Lilith prosiguiera en lo que pediría, recordando el enorme favor que había hecho por él.

—Necesito que vayas a la tierra, mi hija ha nacido, necesito que la cuides hasta que la profecía llegué, por favor —el demonio creyó ver una lagrima correr por su mejilla.

Belial sabía que no podía negarse, el siempre cumplía con lo que debía, así fuera viajar a la tierra.

El poderoso demonio asintió, asimilando lo que tendría que hacer, deleitándose con los gritos de fondo. Sin inmutarse de las cenizas que caían, ni del hecho de que la tierra sería su siguiente casa y ni que tal vez su vida cambie para siempre. 

Fall To HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora