3.

1.4K 177 183
                                    

—Ni en sueños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Ni en sueños.

—No seas caprichosa, Isabelle —dijo mi padre.

—No dejaré que otra manipuladora de animales se acerque a Chimuelo —declaré con voz firme, mirándolo a los ojos. Luego miré a la chica rubia que estaba parada a su lado —. No te quiero cerca de él. Vuelve por donde viniste.

En el castillo ya teníamos a manipuladores de animales para cuidarlos, dado que era más exacto y rápido que un veterinario para los caballos y para Alaska, pero con Chimuelo nunca funcionó. El primero no conectó con él porque Chimuelo tenía una barrera mental, el segundo lo inmovilizó con sus poderes para poder estudiarlo a fondo, dado que es el único dragón de la región. Cuando lo descubrí, lo despedí y prohibí que alguien más se acercara a él.

Esperé a que Sabrina se moviera de su lugar, pero no pasó. Siguió ahí y la mirada que me dio solo significaba una cosa: pelea.

—Sabrina no se irá a ningún lado —intervino mi madre.

Mis ojos seguían en la chica y aproveché para observar su físico: su piel era blanca, su cabello corto y ondulado. Me tomó más tiempo analizar sus ojos. No estaba segura si eran celestes o grises. Era hermosa, pero su belleza no iba a hacerme bajar la guardia.

«¿De dónde saliste, domadora?» Pensé sin apartar mi mirada de su rostro.

—Cuidaré a Chimuelo. Te guste o no. Sigo las órdenes de Alfonso —dijo sin miedo.

Le sonreí sin separar los labios antes de hablar:

—Dos meses —. Pude sentir la mirada confusa de todos —. Te doy exactamente un mes, a partir de hoy. El día de mi coronación, te largas —. Samuel intentó acercarse para calmarme, pero levanté mi mano izquierda y se detuvo. Caminé hasta estar a pocos pasos de distancia de Sabrina y agregué: —Si le pasa algo a Chimuelo, te mataré.

—¿Es una amenaza? —preguntó mientras daba dos pasos al frente. Quedando aún más cerca.

—Sí —respondí mientras hacía que mis ojos cambiaran del negro obsidiana al rojo vivo del fuego.

Sabrina retrocedió asustada. No sabía si le sorprendió mi poder o la forma en la que se manifestaba. Cuando tenía seis años descubrí uno de mis poderes. Había cocinado una gran cantidad de masa de galletas con solo haber sostenido el recipiente con la mezcla. Luego de eso hicimos más pruebas y confirmamos las sospechas.

Alfonso se posicionó delante de su nueva protegida y eso fue suficiente para mí. Caminé hasta la salida, pero mi madre cerró las puertas con sus poderes.

—Ninguna de las dos se irá —habló mi padre —. Si no aceptas que cuide a Chimuelo, será tu asistente personal.

«Esto es increíble.» Pensé.

—No necesito una extraña en mi casa ni que esté detrás de mí todo el día.

—No es una extraña —intervino mi madre, con cuidado—. Es la hija de los Loureiro. Murieron hace unas semanas y ella no tiene más familia.

El reinado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora