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Nimah me había entregado su investigación sobre Laura

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Nimah me había entregado su investigación sobre Laura. Cuando me quedé sola en mi casa, leí el informe. Esa mujer tuvo una interesante historia con mi familia y no creía que hubiera acabado con la aparición de mi madre.

Sus padres murieron por un tsunami cuando ella tenía seis años. Fue enviada a un orfanato y diez años después apareció en Colombia. Todo lo que Scott me dijo estaba en su expediente, pero luego del año 2002 no había rastro alguno sobre ella.

Justo en el año que nací.

En la base de datos de la policía no quedaba más información. Tampoco había datos sobre sus poderes, lo que llamó mi atención porque era información obligatoria. Me había quedado sin fuentes para consultar. Scott me dijo todo lo que sabía, mi padre no era una opción y no confiaba lo suficiente en mi madre como para preguntarle.

Estaba a punto de dejar el asunto hasta que apareciera nueva información, pero me di cuenta de que Grace era una de las empleadas más cercanas a la familia. Ella debía saber algo más.

Esperé a que X volviera de trabajar para ir a su casa y que así no fuera tan sospechoso.

—Hola, Grace —dije cuando cerramos la puerta.

La casa estaba caliente por el horno encendido. Grace había cocinado brownies mientras escuchaba las canciones de Adele. Solté un pequeño gemido y X que estaba detrás de mí se rio. Envolvió mi cintura con su brazo y acercó su boca a mi oreja.

—Iré a bañarme. Espero muy pronto volver a escuchar ese sonido en otras circunstancias.

—Estamos en la casa de tu madre, pervertido —susurré.

—Haz que la habitación sea insonora y problema resuelto.

Se alejó de mí, pero no sin antes dejar un beso en la parte de atrás de mi cabeza. Pocos segundos después apareció mi suegra con su clásico delantal y su gran sonrisa.

—Princesa, creí que te habías olvidado de mí.

Se acercó para abrazarme y yo abrí mis brazos para recibirla. Al separarnos cerré la puerta y me senté en el sofá.

—No te olvidé, Nana. ¿Me extrañaste?

—Siempre. Extraño limpiar tus cenizas —acarició mi mejilla con una sonrisa melancólica.

—Pronto quemaré algo, no te preocupes —susurré, pero ella logró escucharme.

—¿Qué?

—Sabrina.

—¿Qué te hizo?

—Se la pasa detrás de Chimuelo. Si se acerca demasiado la volveré cenizas.

—Ten paciencia, Izzy. Debe tener curiosidad. Tu dragón es de los pocos que existen.

—Pues la curiosidad mató al gato.

—Eres terrible —me dijo con una sonrisa.

—Terrible es no poder correrla antes de la coronación. No la quiero aquí.

El reinado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora