Un sonido muy cerca de mi cabeza me despertó y pensé que era la alarma, pero no. Era una llamada de Sabrina. Pensé en no responder. No creía que fuera importante, pero un mal presentimiento me hizo responder.
—Izzy, ayúdame —dijo llorando antes de que pudiera hablarle.
—¿Qué pasa? —dije imaginando lo peor.
—Vine al pueblo a comprar algo y un viejo está siguiéndome hace cinco minutos. No deja de verme.
—Dime exactamente dónde estás. Voy por ti.
Puse el altavoz y me paré a buscar mi ropa para buscarla. Debí hacer demasiado ruido, porque X se despertó.
—Amor, ¿a dónde vas? —preguntó con voz somnolienta —. Es temprano. Vuelve a la cama.
—Sabrina está en problemas. Debo ayudarla —respondí mientras me ajustaba los zapatos deportivos —. ¿Dónde estás, Sabrina?
—A dos calles de la modista.
Pensé en algún lugar donde podría ir a refugiarse.
—¿Dos calles hacia abajo o hacia arriba? —le pregunté.
—Hacia arriba.
—Sigue subiendo y encontrarás una cafetería. Ya debería estar abierta. Entra y quédate ahí. Si el hombre entra, dile al personal lo que pasó. Tiene un protocolo. Estoy en camino.
—Apúrate, Izzy —pidió en medio de un sollozo.
—Voy contigo —me dijo X. Buscó unos jeans y sus zapatillas.
Salimos al garaje a sacar mi auto y una vez dentro, él se colocó en el asiento del chofer y manejó a toda velocidad hasta el restaurante.
—Ya entré a la cafetería, pero el viejo sigue afuera —informó la rubia.
—No cuelgues. Te avisaré cuando estemos afuera y yo me encargaré de él —. X me miró por un segundo y volvió a ver la carretera —. ¿Cómo es el viejo?
—Suéter verde oliva, pantalón negro, zapatos marrones y poco cabello canoso. Está parado al otro lado de la calle, observando hacia donde estoy.
—Tranquila, estamos a tres minutos —dijo X.
Seguimos manejando en silencio y cuando llegamos, el viejo seguía ahí, mirando su celular. Antes de bajar del auto, X me sujetó la mano para detenerme.
—Yo me encargaré de él, tú ve con Sabrina —me pidió sabiendo lo que quería hacer.
—No —declaré —, yo me haré cargo.
—Ten cuidado, amor.
Bajé del auto y caminé hasta estar frente a él. Cuando se percató de mi presencia, levantó su vista y me escaneó de pies a cabeza.
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El reinado del Dragón
FantasyEsta no es la historia de una damisela en apuros. Esta es una historia de una princesa que se enfrentó a muchas personas con tal de obtener lo que deseaba y lo que era suyo por nacimiento. Esta es la historia de una hermana, a la cual le arrebataro...