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Faltaban diez minutos para que fuera mi cumpleaños y como pude, me escabullí en el castillo para ir a mi habitación y así poder encontrarme con Chimuelo

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Faltaban diez minutos para que fuera mi cumpleaños y como pude, me escabullí en el castillo para ir a mi habitación y así poder encontrarme con Chimuelo.

—Hola, amigo —dije cuando lo vi acostado en su cueva. Levantó su cabeza y caminó hacia mí lo más rápido que pude —. Mi cumpleaños está por comenzar. ¿Vamos al cementerio?

Asintió y juntos salimos al exterior para ir volando.

Mi cumpleaños estaba lleno de tradiciones. La primera de ellas era ir a la tumba de Alex y soplar dos velas ahí. Comenzó cuando tenía diez años y desde entonces, Chimuelo siempre fue mi compañero designado.

Llegamos en cinco minutos y aterrizamos en la entrada al área de la realeza. El espacio en los caminos no era el suficiente para que Chimuelo caminara conmigo, entonces siempre se quedaba en la puerta esperándome.

Caminé sin tener que pensar en cómo ir. Hacerlo durante diez años hizo que pudiera llegar a mi destino hasta con los ojos cerrados.

X también formaba parte de la tradición, pero de una forma más distante. Cuando llegué a la tumba, quité las flores viejas y las reemplacé por unas nuevas. Luego, saqué de dentro de mi mochila un cupcake de chocolate que mi chico preparó.

Busqué las dos velas que llevé y las encendí cuando el reloj marcó las 00:00 del 2 de noviembre del 2023.

—Feliz cumpleaños para nosotros —susurré con una sonrisa triste.

Antes de acercarme a soplar mi vela, pedí un deseo.

«Decreto que el fuego se lleve mis bloqueos, para poder averiguar si mi hermano realmente murió o sigue vivo en alguna parte.»

Soplé mi vela y al mismo tiempo, la de Alex se apagó con el viento. La tierra circulaba acompañada por las hojas secas. Comí el cupcake antes de que se ensuciara y regresé con Chimuelo. Pensé que me llevaría al castillo, pero en realidad me llevó a mi casa y él se quedó en su galpón.

Utilicé el pasillo que unía el galpón con mi habitación de brujería. Cuando subí y llegué a la sala, encontré a X sentado en el sillón con varias cosas sobre la mesa de café. Al escuchar mis pasos, se levantó y corrió hacia mí. Me levantó en el aire y giró varias veces. Se me escaparon varios chillidos y risas que no podía ni quería retener.

—¡Feliz cumpleaños, mi amor!

Comenzó a besar mis labios y luego todo mi rostro, evitando que pudiera responder.

—Gracias, mi amor —respondí mientras acariciaba su mejilla.

Me dejó en el suelo y agarró mi mano.

—Es hora de abrir los regalos.

Me llevó al sillón y cuando me senté, me entregó una pequeña cajita negra que ya sabía qué era lo que contenía. Al abrirla, encontré un hermoso dije con forma de corona.

El reinado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora