21.

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Me detuve en seco y miré al asesino fijamente. Por un momento pensé que él podría ser Alex, pero descarté esa idea en seguida. El hombre delante de mí tendría cuarenta años, el doble de mi mellizo. Aunque, podría haber cambiado su físico para aparentar ser más viejo.

¿Dónde está? —pregunté para confirmar o descartar mis sospechas.

—Afuera del castillo.

Si llegaba a tiempo, vería a mi hermano por primera vez.

—¡Verónica, Nimah! Lleven al asesino al calabozo. Debo salir un minuto.

—Hecho —respondieron y comencé a correr.

En pocos segundos llegué al exterior, pero no veía a nadie. Chimuelo salió y se ubicó delante de mí, listo para defenderme.

—No veo a nadie.

—Se oculta de ti —reveló.

No quería conocerme. Aunque había comenzado a dudar sobre de quién hablaba. El guardián estaba ahí, pero jamás mencionó a mi hermano.

—¿Alex o su guardián?

—Su guardián. No siento a Alex.

Me decepcionó que él no estuviera ahí, pero a la vez me alivió. Esas no eran las mejores circunstancias para conocernos.

—¿Debo irme para que él pueda hablar contigo? —pregunté, siento consciente de que también debía encargarme del asesino.

—No es necesario. Estamos hablando.

—Pregúntale por Alex —. Pedí con urgencia antes de que me llamaran. Segundos después, Chimuelo se giró para verme de frente —. Ya se fue.

—¿Qué te dijo?

—No ha podido comunicarse con él.

Eso significaba que Alex no sabía del ritual ni de los guardianes. De hecho, tenía sentido. Él no tenía quien le dijera lo que debía hacer. Dado que ya era la reina, solo yo podía entrar al pasadizo. Alex viviría sin conocer a su guardián. A menos que yo lo encontrara.

—¿Sabes dónde están?

—Se negó a decírmelo y es mejor así.

—¿Por qué? —pregunté duramente. Estaba comenzando a enojarme esa situación.

—Irías a buscarlo si te dijera dónde está —. Eso era obvio —. Primero quiero que te transformes. No sabemos a qué nos enfrentaremos al conocerlo.

—¿Crees que él podría estar detrás de los ataques?

—Ellos podrían ser los responsables.

Estaba segura de que ese plural era por Laura y su influencia en él. También estaba segura de otras dos cosas: mi encuentro con mi mellizo ocurriría en cualquier momento y no sería agradable.

—¿Cuándo haremos el ritual?

—Luego de encargarnos del asesino.

Asentí y nos dirigimos otra vez a la entrada de la sala del trono. Al llegar, observamos que estaba casi vacía. Mis hermanos no estaban por ninguna parte. A mi madre y mis amigas tampoco las veía.

Caminé hacia mi trono donde se encontraban algunos guardias rodeando a Scott y Alfonso. Al acercarme a ellos con Chimuelo detrás de mí, los guardias hicieron una reverencia.

—Su majestad —dijeron los guardias cuando estuve frente a ellos.

—Caballeros —les sonreí.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Eduardo, el líder de la guardia real.

El reinado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora