En cuanto desperté, Sabrina me contó que Grace se fue al hospital. Cuando fui consciente de que faltaba X, salí corriendo al galpón de Chimuelo. El pobre había estado encerrado con él por muchas horas.
—Soy yo. Abran la puerta.
Escuché los pasos de mi novio acercándose muy rápido. Destrabó la puerta y me hizo entrar.
—¡No vuelvas a mandarme con tu dragón!
—¿Y dónde mierda quería que lo metiera? —dijo Chimuelo —. Se le olvidó que debería estar preso.
—Nadie iba a cuidarte mejor que él.
—Puedo cuidarme perfectamente.
—Se te olvida que no deberías estar aquí. Cualquiera que hubiera venido a aquí, al ver a Chimuelo se iría.
—No los culpo —susurró, pero mi dragón lo escuchó. Le pegó en las piernas con su cola y X saltó por el susto.
—Ustedes son peores que Samuel y yo.
—Lo dudo.
—¿Serías tan amable de explicarme qué pasó y por qué estoy acá? —pidió cruzándose de brazos.
—¿Sabrina no te lo explicó?
—Más o menos. Hizo lo mejor que pudo considerando los pocos segundos que tenía.
—Te lo cuento en casa. Imagino que debes tener hambre.
Usamos la conexión interna, llegando directo a mi cocina. Cuando entramos, X se fue corriendo al baño de la sala. Sonreí ante su apuro mientras iba a la cocina a prepararle el desayuno. Puse la cafetera en marcha y preparé tostadas. X salió del baño con una enorme sonrisa, lo cual me dejó intrigada.
—¿Encontraste algún regalo en el baño? —le preguntó Sabrina antes de entrar al mismo baño.
—No, pero ahora puedo hacer esto.
Ambas prestamos atención para ver qué haría. Cuando rodeó mi cintura con uno de sus brazos para acercar nuestros cuerpos y con su mano libre, acarició mi mejilla derecha, Sabrina cerró la puerta para darnos privacidad. Yo coloqué mis manos en sus brazos, tocándolo con delicadeza. Sonrió ante mi gesto y acortó la distancias entre nuestros labios. Su boca sabía a menta, haciendo que el contacto fuera más placentero.
Se separó un poco para ver mi rostro. Quería ver si me alejaba o, por el contrario, si me fundiría con él. Mi respuesta fue besarlo de vuelta con todo el amor que sentía por él. Sonrió contra mis labios y sin querer retener mi sonrisa, lo imité con mucho gusto.
Quería volver a las mañanas de agosto cuando X estaba de licencia y dormíamos hasta tarde. Él preparaba el desayuno y yo lavaba mientras él usaba sus poderes para ordenar el resto de la casa. Luego íbamos a mi biblioteca a leer hasta la hora de almorzar. Quería esas mañanas de regreso. Sus labios eran un recordatorio de lo que perdimos, pero también eran un incentivo para recuperarlo. Haría todo lo que estuviera a mi alcance y más para tener devuelta lo que me robaron.
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El reinado del Dragón
FantasyEsta no es la historia de una damisela en apuros. Esta es una historia de una princesa que se enfrentó a muchas personas con tal de obtener lo que deseaba y lo que era suyo por nacimiento. Esta es la historia de una hermana, a la cual le arrebataro...