EPÍLOGO.

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1 de noviembre del 2024

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1 de noviembre del 2024. 23: 58.

Cuando cumplí veintiún años, no sabía que muchas de las tradiciones que tenía para ese día, morirían, pero con mi cumpleaños veintidós, nacieron otras. Ya no tenía que poner dos velas en mi cupcake y ya no las soplaba sola.

Por primera vez recibimos nuestro cumpleaños juntos y lo hicimos en nuestra habitación de cuando fuimos bebés. Nos habíamos encargado de decorar ese lugar abandonado y triste para que fuera nuestro refugio. Las cunas y las cajoneras con nuestra ropa seguían en el mismo lugar. Lo único que hicimos fue agregar algunos sillones individuales, una mesa de café en el centro con velas y un perfumador de ambiente. También instalamos una repisa para colocar los álbumes de fotos.

No sabíamos qué haríamos, pero queríamos estar ahí. Cuando llegamos media hora antes de la medianoche, fuimos directo a mirar los álbumes por décima quinta vez. Nos sentamos en los sillones y a pesar de que la luz estaba encendida, también encendí las velas. Pasamos los minutos entre recuerdos ajenos y aroma cítrico.

Alex se mudó definitivamente al castillo dos semanas después de Año Nuevo. La casa en la que vivía con Laura y Sabrina quedó únicamente con los muebles y las cosas que Laura dejó. Antes de que ella se fuera, llevó las pertenencias de Sabrina a un almacén para evitar que encontraran alguna conexión entre ellas y Alex.

La primera cosa que Alex llevó al castillo, fueron álbumes con fotos de su infancia. Mamá se los quedó durante dos semanas para verlos todos los días. Scott notó que eso le estaba afectando, así que logramos convencerla de que volviera a terapia para superar las muertes familiares y la herida reabierta que era Alex.

Luego de que Alex estuviera instalado, hicimos una conferencia de prensa para que el pueblo lo conociera. Llegaron periodistas de otros países con decenas de preguntas listas. Sin embargo, le dimos prioridad a los periodistas nacionales. Preguntaron cómo estábamos tan seguros de que no era un farsante y con una ceja levantada de mi parte, Alex respondió que se sometió a una prueba de ADN. Era mentira, pero el mundo no necesitaba saber sobre los guardianes. Otra pregunta fue qué papel tendría en el nuevo reinado. Respondí que tendría el mismo lugar que ocupaban Verónica y Scott; formaría parte del consejo, lo que le daría el poder necesario para aportar, pero tendría el tiempo libre que quisiera para vivir su vida. Y como él iba a retomar sus estudios en otoño, era perfecto.

Alex se adaptó muy bien a su nueva vida como príncipe. Aprendió los protocolos, la forma en la que debía interactuar con el pueblo y los tratos que debía recibir de ellos. Cualquier persona que no supiera su historia, podría pensar que siempre estuvo con nosotros.

Sin embargo, lo que le costó más trabajo fue ganarse a Scott, a Verónica y a Samuel. Mamá, Valeria y Grace cayeron ante sus encantos a los pocos días. Meses después, Alex recibió varias invitaciones de Samuel y X para jugar a la PlayStation del castillo o a veces en mi casa. Scott lo invitó a participar de sus clases de defensa personal para niños y Verónica le pidió que se hiciera cargo del invernadero de su madre. Alex aceptó con mucho gusto y con el pasar del tiempo, X colaboró con el mantenimiento.

El reinado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora