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Llegó el día en el cual revelaría mi proyecto y a causa de eso, había tenido una mañana ocupada

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Llegó el día en el cual revelaría mi proyecto y a causa de eso, había tenido una mañana ocupada. Tuve que ir hasta la sala del trono para supervisar que todo estuviera como quería. Luego de dar algunas órdenes, logré escaparme para buscar a Chimuelo. Necesitaba conversar con él, o mejor dicho interrogarlo. Me debía muchas explicaciones.

¿Qué es lo primero que quieres saber?

—Puedo transformarme en un dragón —afirmé esperando una confirmación que nunca llegó —. ¿Por qué?

—Porque intentaron matarte. Todos los miembros de la realeza tienen guardianes. Cuando cumplen veintiún años se hace el ritual para que puedan comunicarse y verse. Nuestro trabajo es protegerlos, pero hay casos que se escapan de nuestras manos.

—Patas, en realidad.

—¿Qué?

Me reí.

—Se les escapa de sus patas. Porque son animales, ¿entiendes?

—A veces me das vergüenza ajena.

Me limité a sonreír.

—¿Por qué hay que esperar tanto para poder conocerlos?

—Para que aprendan a defenderse y que su seguridad no dependa únicamente de nosotros. De igual forma, siempre estamos cuidándolos.

—¿Entonces por qué nos conocimos mucho antes?

—Porque ni siendo una bebé me dejabas en paz —. Recordaba que no quería separarme de él. Era como una garrapata —. Eres muy poderosa, Bell. Nuestra conexión siempre fue fuerte y eso te atraía hacia mí. ¿Recuerdas cuándo salías al patio a buscar figuras en las nubes?

—Sí. Eso me relajaba.

—No, yo hice que pensaras eso. Cuando volaba sobre el castillo para vigilar, siempre me encontrabas y me seguías hacia la cueva. Pasabas horas conmigo hasta que entraba en tu mente y te ordenaba que te fueras. Modificaba tus recuerdos al respecto, pero ocurría todo el tiempo y ya estaba harto. Así que entré en tu mente e hice que cada vez que vieras el cielo y yo estuviera cerca, solo vieras las nubes.

—Me manipulaste siendo una niñita.

—Seguro lo superarás en terapia —. Se nos escapó una risa —. Volviendo al tema, tiempo después me di cuenta de que te frustraba ver el cielo y no encontrar algo.

—Ese algo eras tú.

—Bingo. Entonces, hice que vieras dragones en las nubes y eso te mantuvo lejos de mí por dos años. Un día estaba en mi cueva y escuché que alguien se acercaba, así que me escondí. Resultaba que la pequeña heredera quería jugar con sus poderes en un lugar secreto.

Esa era la razón por la cual él nunca me dio miedo.

—¿Entonces dejaste de manipular mi mente porque siempre volvía?

El reinado del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora