Esperaba cualquier pregunta, menos esa. Él no tendría problema con la muerte de Alfonso, pero no podía decir lo mismo de mis otros hermanos. Una cosa era que muriera por causas naturales, pero saber que lo van a asesinar y permitirlo, era mucho más grave.
—¿Por qué me haces esa pregunta? —pregunté nerviosa, pero traté de ocultarlo lo mejor posible. Pensé que podría estar buscando la forma de grabar una confesión y echarme la culpa de todo.
Sin que se diera cuenta, usé mi magia para traer los cristales de mi habitación que podían evitar ataques psíquicos y leer mis pensamientos a modo de refuerzo. Los escondí en el bolsillo de mi chaqueta y metí mi mano para poder tocarlos. Estando fuera de mi casa no podía hacerlo, gracias a un hechizo que puse años atrás. Impedía que salieran o entraran cosas con magia que no fuera la mía.
—Lo haremos con o sin tu autorización. Quiero que sepas eso, pero también quiero saber si intentarás detenernos de alguna manera. Si deberemos mantenerte lejos cuando suceda.
Con su respuesta descarté mi teoría. Él solo se estaba incriminando, pero no iba a bajar la guardia. Escogí con cuidado mis siguientes palabras.
—Es su vida o la mía y yo no voy a irme sin pelear.
Sonrió gustoso. Eso quería escuchar.
—Me alegra escuchar eso, pero quiero saber si serás capaz que quedarte de pie mirando mientras ocurre. ¿No sentirás el impulso de salvarlo?
Tardé más de lo que me hubiera gustado en responder.
—No creo que eso llegue a pasar. Intentó matarme quién sabe cuántas veces y me dañó demasiado a lo largo de mi vida. La muerte es un dulce regalo que no merece.
Su sonrisa aumentó.
—Quieres venganza.
—Me encantaría enterrar mis garras en su corazón.
—No te imaginaba tan sangrienta.
—Me odia tanto que no le importó que la vida de Samuel estuviera en peligro cuando intentó matarme en Londres. Merece que derrame toda la sangre que quiera.
—¿Qué cosas te hizo?
Me tomé unos segundos para respirar hondo. Busqué en mi mente esos recuerdos no me permitirían perdonarlo.
—Scott me contó que cuando era niña nos llevábamos bien porque quería manipularme, pero cuando se dio cuenta de que su plan no funcionaría, comenzó a apartarme. Un día discutimos cuando él estaba borracho y me dijo que deseaba que yo estuviera muerta y no tú. Esa noche descubrí que tenía un mellizo.
Noté que apretaba su puño, pero no me detuve. Quería que supiera por mí quién era Alfonso Belfante. No quería que hubiera la mínima posibilidad de que las cosas se torcieran y él pudiera manipularlo. Alex debía volverse inmune a sus encantos.
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El reinado del Dragón
FantasyEsta no es la historia de una damisela en apuros. Esta es una historia de una princesa que se enfrentó a muchas personas con tal de obtener lo que deseaba y lo que era suyo por nacimiento. Esta es la historia de una hermana, a la cual le arrebataro...